La apnea obstructiva del sueño (AOS) ha emergido como un trastorno preocupante, especialmente en personas de edad avanzada, debido a sus efectos negativos en la calidad de vida y en la función cerebral. Recientemente, una investigación publicada en la revista Neurology, por expertos de la Universidad de California en Irvine, ha demostrado una conexión significativa entre la apnea del sueño durante la fase de sueño de movimientos oculares rápidos (REM) y cambios cerebrales relacionados con la memoria. Este hallazgo genera un nuevo enfoque sobre cómo los episodios repetidos de disminución de oxígeno durante el sueño pueden estar contribuyendo a la degeneración cognitiva y los problemas de memoria, particularmente en la población envejecida. La apnea obstructiva del sueño ocurre cuando los músculos de la garganta se relajan y bloquean la vía aérea durante el sueño, causando interrupciones en la respiración y como consecuencia, una caída en los niveles de oxígeno en sangre. Estos episodios se repiten a lo largo de la noche, fragmentando el descanso y provocando que la persona se despierte repetidamente para recuperar una respiración normal.
Esta desoxigenación pasajera pero frecuente puede dañar los pequeños vasos sanguíneos del cerebro, afectando la integridad del tejido cerebral. El sueño REM, conocido por ser la etapa en que se producen la mayoría de los sueños, desempeña un papel fundamental en la consolidación de la memoria y el procesamiento emocional. Por ello, el impacto de la apnea en esta fase resulta particularmente importante para entender las consecuencias cognitivas del trastorno. Según el estudio, los niveles bajos de oxígeno durante el sueño REM se asociaron con un aumento en la presencia de áreas visibles en las resonancias magnéticas que corresponden a daños en la materia blanca cerebral, conocidas como hiperintensidades de la materia blanca. Estas zonas reflejan lesiones en los tejidos neuronales causadas por la afectación de los vasos sanguíneos pequeños, lo que pone en riesgo la comunicación neural esencial para la memoria y otras funciones cognitivas.
Para profundizar en el impacto a nivel estructural, los investigadores evaluaron el volumen del hipocampo y el grosor de la corteza entorrinal, dos regiones clave del cerebro responsables del procesamiento y almacenamiento de recuerdos. Encontraron que mayores cantidades de hiperintensidades estaban relacionadas con un menor volumen y grosor en estas áreas, lo que se traduce en un detrimento potencial en la capacidad de memoria y aprendizaje. Además, se realizaron pruebas de memoria antes y después del sueño, evidenciando que las personas con mayor daño estructural presentaban un rendimiento disminuido en la memoria dependiente del sueño. Estos resultados apuntan a que la desoxigenación característica de la apnea durante el sueño REM podría acelerar un patrón de daño cerebral que contribuye al deterioro cognitivo y aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. La importancia de esta asociación radica en ofrecer una explicación plausible de cómo la apnea no solo afecta la calidad del sueño, sino que también puede desempeñar un papel directo en el daño cerebral y la pérdida de funciones cognitivas esenciales con la edad.
El estudio involucró a 37 adultos mayores sin deterioro cognitivo evidente, lo que resalta la posibilidad de detectar y abordar estas alteraciones en etapas tempranas antes de que los síntomas se vuelvan incapacitantes. Sin embargo, los investigadores también señalan limitaciones como la composición mayoritaria del grupo de estudio, con predominancia de personas blancas y asiáticas, lo cual sugiere la necesidad de ampliar la investigación hacia poblaciones más diversas para generalizar los hallazgos. La apnea del sueño es más común de lo que se cree, y se estima que afecta a millones de personas en todo el mundo, muchas de las cuales no reciben un diagnóstico adecuado. Las consecuencias no solo se relacionan con la somnolencia diurna y el cansancio, sino que, como muestra este estudio, también tienen profundas implicaciones para la salud cerebral y el envejecimiento saludable. Por ello, es fundamental promover la conciencia social y médica sobre la importancia de identificar y tratar la apnea del sueño a tiempo.
En la práctica clínica, el diagnóstico de apnea generalmente se realiza mediante estudios de sueño que monitorean la respiración y los niveles de oxígeno durante la noche. Una vez detectada, existen diversas opciones terapéuticas, siendo una de las más comunes el uso de la máquina de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP), que mantiene abierta la vía aérea durante el sueño y evita los episodios de apnea. La adherencia a este tratamiento puede mejorar significativamente la oxigenación y la calidad del sueño, potencialmente frenando o evitando el daño cerebral asociado. Además, promover hábitos saludables como el control del peso, evitar el consumo de alcohol y tabaco, mantener una rutina de sueño regular y dormir en una posición que favorezca la respiración puede contribuir a prevenir o disminuir la severidad de la apnea. Este hallazgo también abre nuevas líneas de investigación destinadas a entender mejor los mecanismos específicos por los cuales la desoxigenación afecta el tejido cerebral y cómo intervenciones tempranas pueden proteger la función cerebral.
La relación entre el sueño, la respiración y la salud cognitiva es un campo en expansión con importantes implicaciones para mejorar la calidad de vida en el envejecimiento. En resumen, la apnea obstructiva del sueño durante la fase REM constituye un factor clave asociado a alteraciones en estructuras cerebrales fundamentales para la memoria. La detección precoz y un adecuado tratamiento pueden no solo mejorar el bienestar general, sino también ayudar a preservar las funciones cognitivas y retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas. La conciencia pública y clínica sobre esta condición es vital para enfrentar un problema que, hasta ahora, ha sido subestimado en su impacto cerebral y neurológico.