Los jardines en cajas de ventana representan una tradición emblemática en la ciudad de Filadelfia, que data desde el siglo XIX y, con el paso del tiempo, se han convertido en un reflejo tangible del compromiso comunitario y de los movimientos de reforma urbana. Estas pequeñas creaciones verdes, ubicadas en las ventanas de las famosas casas tipo "row house" de la ciudad, no solo embellecen las fachadas urbanas, sino que también han desempeñado un papel importante como instrumentos sociales para la renovación y el activismo, especialmente durante períodos de gran cambio social y urbano. La práctica de cultivar plantas en cajas de ventana comenzó en la época victoriana en Europa, especialmente en Inglaterra y continentes vecinos. Originalmente concebida como una actividad doméstica e interior, como un pasatiempo principalmente practicado por mujeres, esta costumbre pronto evolucionó y se trasladó hacia el exterior. En el contexto de Filadelfia, este hábito se transformó durante finales del siglo XIX y el inicio del siglo XX en una forma de "municipal housekeeping" o administración municipal del hogar.
Esta idea surgió cuando mujeres reformadoras adaptaron sus roles tradicionales vinculados a la domesticidad y al cuidado del hogar para extenderlos al bienestar público y comunitario, llevando la limpieza, el orden y la armonía al espacio urbano. Durante la era progresista, aproximadamente entre finales del siglo XIX y principios del XX, el uso de los jardines en cajas de ventana se insertó dentro de un movimiento social donde mujeres organizaron esfuerzos para mejorar las condiciones de vida en barrios urbanos deteriorados y con alta densidad de inmigrantes y familias de bajos recursos. Estas iniciativas buscaban no solo aportar belleza y frescura a las calles, sino también fomentar hábitos de limpieza, promover la salud pública y apoyar la integración cultural de inmigrantes en la sociedad estadounidense. Las plantas y flores colocadas en estas cajas funcionaban como símbolos visibles de orden y prosperidad, asociados con la idea de un buen manejo del hogar y la responsabilidad comunitaria. Filadelfia vio dos movimientos importantes relacionados con los jardines de caja en ventanas dentro de su historia urbana.
El primero, conocido como “caridad de cajas de ventana”, tuvo lugar a finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. En estas acciones, filántropos, trabajadores sociales y organizaciones dedicadas al bienestar social distribuyeron plantas y cajas prearmadas o materiales para su construcción y siembra a familias urbanas pobres, muchas de las cuales eran inmigrantes o afroamericanos. Este acto de entrega buscaba mejorar tanto la estética del barrio como la calidad de vida de sus habitantes más vulnerables. El segundo movimiento, denominado “activismo con cajas de ventana”, emergió después de la Segunda Guerra Mundial, en la década de 1950. Aquí, la participación de clubes de jardinería suburbanos, principalmente conformados por mujeres blancas, se combinó con la colaboración de residentes afroamericanos de los barrios internos.
Juntas, estas mujeres llevaron plantas, herramientas y conocimiento a zonas urbanas afectadas por la decadencia, el racismo y la negligencia pública. Esta fusión interracial y socioeconómica logró no solo embellecer y revitalizar las calles y fachadas, sino también crear una red de solidaridad y vecindad que cruzaba barreras históricas de segregación y desconfianza. Fue tan significativa la influencia social que las autoridades policiales de Filadelfia observaron una disminución de los índices de criminalidad en calles donde los residentes cuidaban activamente sus cajas de ventana y el entorno inmediato. Estos jardines lograban que los espacios públicos se sintieran más seguros y protegidos, y fomentaban un mayor sentido de pertenencia entre los vecinos. Sin embargo, es importante recalcar que, aunque las cajas de ventana sirvieron como detonantes y símbolos visibles de unión y cambio, en ningún momento eran una solución integral a problemas profundos de segregación racial, vivienda deficiente o desigualdad estructural.
En el contexto de la renovación urbana, el rol de los jardines en cajas fue ambivalente. Por un lado, ayudaron a evitar la demolición y desaparición de áreas tradicionales de Filadelfia durante procesos de urbanización a partir de la década de 1950. Por otro lado, tal embellecimiento y revitalización contribuyeron inadvertidamente a procesos de gentrificación verde, fenómeno en el cual la valorización de los espacios naturales y vegetales urbanos eleva los precios de las propiedades, expulsando a los residentes originales con menores ingresos. Barrios como Washington Square West y Graduate Hospital, que antaño fueron escenarios de cuidado popular con las cajas de ventana, hoy exhiben altos índices de gentrificación, con comunidades desplazadas y nuevas dinámicas sociales. Además, la tradicional actividad del mantenimiento de cajas de ventana ha persistido hasta la actualidad en Filadelfia, especialmente en los sectores más acomodados de la ciudad.
Las viviendas restauradas con estilo histórico suelen incluir instalacion de regadío integrado y otros mecanismos para mantener vivas estas pequeñas áreas verdes que aportan tanto a su aspecto como a su valor cultural. Sin embargo, para los vecinos de menor poder adquisitivo, el costo tanto económico como de tiempo para mantener estas prácticas representa una barrera significativa. La historia de los jardines en cajas de ventana en Filadelfia ejemplifica la manera en que la naturaleza y la botánica pueden ser herramientas poderosas para moldear las relaciones sociales y urbanas. Al conectar el espacio privado con el público, estas cajas no solo embellecen la ciudad, sino que también representan prácticas de cuidado, resistencia cultural y activismo comunitario. A través de la jardinería urbana, generaciones de filadelfianos han anunciado un mensaje de esperanza, resiliencia y deseo de un entorno más saludable y justo.
Mientras el siglo XXI enfrenta retos como la desigualdad persistente y la segregación racial, la memoria y el estudio de estas pequeñas intervenciones urbanas cobran nuevo significado. Los jardines en cajas de ventana nos recuerdan que el cambio comienza muchas veces con actos simples, que pueden sembrarse desde ventanas y balcones para transformar barrios enteros y reforzar el tejido social. Por ello, mantener viva esta tradición y adaptarla con conciencia crítica a las realidades actuales es una tarea indispensable para aquellas comunidades que buscan un futuro urbano más verde, inclusivo y sustentable.