En un momento crucial para la ciencia global, Europa ha decidido apostar con fuerza por consolidarse como el destino preferido para científicos e investigadores de élite provenientes de todo el mundo. Esta ambiciosa estrategia ha sido motivada en gran parte por la reciente congelación de fondos en Estados Unidos destinados a proyectos de diversidad, equidad e inclusión en la investigación, medida impulsada por la administración del entonces presidente Donald Trump. Francia, con el liderazgo de su presidente Emmanuel Macron, y la Unión Europea, representada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se han unido para lanzar el evento “Choose Europe for Science” celebrado en la emblemática Universidad de la Sorbona en París a comienzos de mayo de 2025. Este evento no solo fue un acto simbólico, sino también un punto de inflexión en la política científica europea que busca atraer a investigadores de talla mundial con nuevos incentivos y una visión inclusiva para el futuro. El contexto internacional ha jugado un papel decisivo en esta nueva política.
Los recortes en financiación de programas científicos estadounidenses, especialmente en áreas vinculadas a la diversidad y la equidad, dejaron a cientos de proyectos sin recursos, afectando la investigación ambiental, social y tecnológica. Proyectos importantes como aquellas que estudian el cambio climático en regiones árticas o la censura en internet en países como China e Irán han sufrido cancelaciones. Más aún, esta situación generó preocupación y protestas entre las comunidades científicas a nivel global. En respuesta, Europa ha desplegado un ambicioso paquete de apoyo que incluye una inversión de 500 millones de euros para el periodo 2025-2027 destinados a mejorar y ampliar el programa europeo de subvenciones bajo el paraguas del Consejo Europeo de Investigación (ERC). Dicho programa ya cuenta con un presupuesto superior a los 16 mil millones de euros para el ciclo 2021-2027, lo que subraya la voluntad política y financiera de la Unión para impulsar de manera significativa la investigación de alto nivel.
La presidenta Ursula von der Leyen señaló que Europa establecerá un programa llamado "super grant" que ofrecerá una perspectiva a largo plazo para los mejores talentos en ciencia e innovación. Con ello, Europa no solo busca retener a sus investigadores nativos sino también posicionarse como un imán para el talento extranjero, convencida de que la diversidad es uno de los activos más valiosos para la ciencia. Este programa forma parte de una estrategia más amplia que incluye la propuesta de una nueva ley para consagrar la libertad de investigación científica como un derecho fundamental dentro del marco jurídico europeo. Esta medida busca asegurar que ningún factor político, ideológico o económico pueda limitar el desarrollo científico y la cooperación internacional, criterios esenciales para enfrentar los desafíos contemporáneos. El presidente Emmanuel Macron hizo un llamado enfático durante el evento, señalando que Europa debe convertirse en un refugio para científicos e investigadores que enfrentan restricciones o persecución en otras partes del mundo.
Su mensaje fue claro: quien busque libertad para investigar y para innovar encontrará en Europa un espacio abierto y estimulante. Esta abierta invitación integra también un compromiso de fomentar un ambiente sin barreras burocráticas excesivas, facilitar el acceso al sector privado y promover la colaboración público-privada como motores de innovación. En contraste con la administración estadounidense, que calificó las iniciativas en diversidad, equidad e inclusión (DEI) como inherentemente discriminatorias, la Unión Europea pone la diversidad en el centro de su estrategia científica. Ursula von der Leyen destacó que la ciencia no tiene pasaporte ni género, ni filiación política o étnica. La inclusión se ve como un componente esencial para avanzar en el conocimiento y enfrentar desafíos globales como el cambio climático, la salud pública o las tecnologías emergentes.
El contexto geopolítico también juega un papel relevante. La guerra comercial y las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Europea, junto con las amenazas crecientes al multilateralismo, han motivado a Europa a reforzar su soberanía tecnológica y científica. Más allá de los incentivos económicos, la estrategia europea apuesta por construir un ecosistema de investigación sólido, resiliente y abierto, capaz de competir y colaborar a nivel mundial. Con una visión clara hacia el futuro, los líderes europeos planean además facilitar la integración de investigadores en el mercado laboral, eliminar trámites migratorios engorrosos y mejorar las condiciones laborales de los científicos. Se aspira a construir una comunidad científica en la que el talento, independientemente de su procedencia, encuentre las herramientas para desarrollarse plenamente, contribuyendo al desarrollo sostenible y al progreso social.
La apuesta de Europa también tiene efectos indirectos en la economía del conocimiento, potenciando sectores como la biotecnología, la inteligencia artificial, la energía renovable y la nanotecnología. El impulso a la investigación garantiza no solo el avance científico sino también la generación de empleo calificado y la mejora de la competitividad global del continente. El llamado de Europa para atraer a científicos e investigadores coincide con una mayor apertura hacia la cooperación internacional y la movilidad académica. Los programas Erasmus y otras iniciativas ya consolidadas se ven complementadas por esta nueva política que pone la innovación y la inclusión en el centro. En definitiva, Europa se perfila como un faro de oportunidades para la comunidad científica mundial, ofreciendo libertad, recursos y un entorno propicio para el avance del conocimiento y la innovación.
La estrategia liderada por Macron y von der Leyen marca un camino claro hacia una ciencia sin fronteras ni restricciones, basada en el respeto, la diversidad y la excelencia. Es un llamado a aquellos que buscan un lugar donde la investigación sea valorada como pilar fundamental del futuro, un espacio donde la ciencia pueda florecer sin ataduras y donde la colaboración global reemplace las barreras nacionalistas. Con esta iniciativa, la Unión Europea no solo reacciona ante los desafíos políticos y sociales actuales, sino que se posiciona como protagonista en la conformación del panorama científico del siglo XXI. Europa invita a investigadores, científicos y visionarios de todo el mundo a sumarse a esta revolución pacífica y necesaria que busca transformar el conocimiento en progreso tangible para toda la humanidad.