En mayo de 2025, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió a la industria del cine y al mundo del entretenimiento con un anuncio en la plataforma Truth Social donde declara su intención de imponer tarifas arancelarias del 100% a todas las películas producidas fuera de territorio estadounidense. Esta medida busca priorizar la producción cinematográfica dentro de Estados Unidos, asegurando que las películas sean hechas en suelo americano para proteger lo que Trump describe como un sector que está en declive acelerado. La declaración generó alarma entre los ejecutivos de Hollywood, quienes enfrentan varias incógnitas sobre la viabilidad, la legalidad y las consecuencias prácticas de tal política. Según Trump, el cine producido en el extranjero no solo representa una competencia económica directa, sino que además encierra un riesgo de seguridad nacional. En sus propias palabras, ve la migración de producciones a países como Canadá, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Hungría como una amenaza que atrae talento y recursos lejos de Estados Unidos.
También resaltó que estas producciones extranjeras introducirían “mensajes y propaganda” que podrían influir en el público estadounidense, un argumento que ha generado múltiples debates sobre la censura y la protección cultural. El trasfondo de esta propuesta se halla en las razones que llevan a muchas productoras de Hollywood a rodar fuera de Estados Unidos. Uno de los factores principales son los incentivos fiscales atractivos y beneficios económicos que gobiernos extranjeros ofrecen para atraer grandes producciones. Estos incentivos permiten a los estudios ahorrar costos significativos en producción, lo cual es crucial para proyectos de alto presupuesto que dependen de la rentabilidad y la optimización de gastos. Además, lugares exóticos y escenarios únicos también motivan a los cineastas a filmar fuera, enriqueciendo las historias con ambientes auténticos que no siempre se pueden replicar en un estudio.
Desde la perspectiva de la industria estadounidense, la temporada que precede al Festival de Cannes, uno de los eventos cinematográficos más importantes del mundo, es particularmente crucial para las ventas y acuerdos de distribución internacionales. Los estudios estadounidenses esperan poder negociar la venta de derechos de distribución en otros países y asegurar financiación para futuros proyectos. La incertidumbre generada por la amenaza de estos aranceles crea tensión en estas negociaciones y puede afectar la disposición de socios extranjeros a colaborar con Hollywood. Una de las grandes interrogantes es cómo se aplicaría esta tarifa del 100% a producciones que tienen un desarrollo mixto, es decir, que comienzan su rodaje en Estados Unidos pero realizan secuencias en el extranjero. Esto es habitual en franquicias globales exitosas como “Avatar”, “Misión Imposible” o “Los Vengadores”.
Aplicar un arancel tan severo pone en peligro la viabilidad económica de estas producciones, que dependen enormemente de locaciones internacionales para crear ambientes específicos que atraen a audiencias globales. Otro aspecto a considerar es la legalidad y la autoridad del presidente para establecer aranceles tan específicos sobre la industria del cine. La medida provocó que distintos ejecutivos y expertos legales analizaran si la decisión de Trump puede imponerse sin la aprobación del Congreso o de organismos regulatorios internacionales. Además, surge la duda sobre cómo afectaría esta política a las producciones televisivas, ya que el anuncio únicamente menciona películas, dejando un vacío y cierta confusión sobre el alcance total de las restricciones. En cuanto a la industria cinematográfica estadounidense, a pesar de las declaraciones de Trump que hablan de un sector en decadencia, los números muestran una recuperación gradual en la taquilla para 2025.
Los ingresos domésticos han aumentado cerca de un 15,8% respecto al año anterior, aunque todavía permanecen por debajo de los niveles previos a la pandemia de 2019. Proyectos recientes como “A Minecraft Movie” o “Thunderbolts” han tenido buen desempeño, indicando que el público sigue interesado y que el sector tiene un potencial de crecimiento si se mantienen las condiciones. Sin embargo, la producción local continúa afrontando desafíos importantes. La huelga de actores y guionistas que tuvo lugar en 2023 dejó una marca difícil de superar, con aproximadamente un 40% menos de producciones filmadas en Estados Unidos tras la resolución del conflicto. Además, los conglomerados mediáticos han implementado recortes de presupuesto que han reducido significativamente las ofertas de películas y programas televisivos, impulsando la necesidad de buscar alternativas más económicas, a menudo fuera del país.
El nombramiento por parte de Trump en enero de figuras icónicas como Sylvester Stallone, Mel Gibson y Jon Voight como “embajadores especiales” del cine estadounidense fue un movimiento con poca repercusión hasta el momento. Estas personalidades, aunque reconocidas en la industria, no han generado avances concretos en la revitalización o protección de Hollywood, lo que suma un carácter meramente simbólico a las acciones presidenciales. De materializarse el arancel del 100%, se vislumbra un posible choque entre las políticas proteccionistas y la naturaleza globalizada de la industria del entretenimiento actual. Estudios internacionales pueden dejar de invertir en proyectos conjuntos con Hollywood o pueden existir represalias comerciales en otros sectores. Lo más seguro es que la medida impacte en el costo final de las películas extranjeras distribuidas en EE.
UU., probablemente repercutiendo en precios para el consumidor y en la variedad de oferta cultural disponible. En términos de consecuencias a largo plazo, la imposición de estos aranceles podría fomentar el crecimiento de la producción local y un mayor empleo dentro del sector audiovisual en Estados Unidos, pero también podría limitar la innovación y la diversidad creativa que caracteriza al cine contemporáneo a nivel global. La colaboración internacional ha sido clave para algunos de los mayores éxitos del cine, y una política restrictiva podría aislar a la industria estadounidense. El debate generado invita a reflexionar sobre el equilibrio necesario entre proteger las industrias nacionales y fomentar un ecosistema cultural abierto y competitivo.