Bhután, conocido internacionalmente como uno de los países más felices del mundo, se enfrenta en la actualidad a un desafío fundamental: cómo impulsar su economía sin sacrificar sus valores culturales y medioambientales. En respuesta, ha diseñado un ambicioso plan que ha sido nombrado «capitalismo consciente» o «mindful capitalism», centrado en la creación de una ciudad especial llamada Gelephu Mindfulness City (GMC), que busca ser un modelo de desarrollo sostenible y equilibrio entre progreso y felicidad. Situado en la región de Gelephu, este proyecto es una verdadera apuesta por el futuro. Con una extensión más de tres veces la de Singapur y un presupuesto estimado que equivale a treinta veces el Producto Interno Bruto (PIB) nacional, la GMC aspira a ser mucho más que un centro económico; pretende ser un centro cultural, espiritual, educativo y ecológico. Su diseño arquitectónico, encargado a renombrados expertos internacionales, contempla un entorno de baja altura, puentes habitables, infraestructuras modernas como universidades, hospitales, centros espirituales y de cultura, mercados orgánicos y espacios naturales protegidos que invitan a una convivencia armónica entre el ser humano y la naturaleza.
Este enfoque responde a una problemática que el país ha vivido intensamente en los últimos años. La tasa de desempleo juvenil es del 29%, lo que ha provocado un éxodo considerable de talento hacia el extranjero, especialmente a países como Australia. Pese a ser un destino turístico reconocido, la pandemia paralizó el sector y todavía no ha logrado recuperar su cifra previa, con solo un tercio de visitantes respecto al año 2019. Además, el envejecimiento poblacional y una baja tasa de natalidad añaden complejidad al panorama económico de Bhután. El rey Jigme Khesar Namgyel Wangchuck y el gobierno bhanés han respondido con reformas profundas que buscan adaptarse a estos tiempos complejos.
La reducción de la tasa turística diaria de 200 a 100 dólares, la implementación de un servicio nacional obligatorio para jóvenes, y la creación de fondos de apoyo a la innovación y emprendimiento son muestras claras de la voluntad estatal para transformar el modelo económico y social. Sin embargo, la piedra angular de esta transformación es, sin duda, la creación de la GMC, que promueve un capitalismo que no solo persigue beneficios económicos, sino que incluye criterios de bienestar social, espiritualidad y ecología. Uno de los aspectos más innovadores es que la ciudad será una zona especialmente regulada con gobierno propio, desvinculada parcialmente de la política nacional habitual, lo que facilitará una gestión ágil y adaptada a las necesidades del proyecto. Contará con un sistema tributario particular, políticas turísticas específicas, un ecosistema de startups en auge, y una moneda digital propia llamada ter, respaldada por oro y asegurada mediante tecnología blockchain. Además, albergará el primer banco digital de reserva total de Asia, denominado Oro Bank, que mantendrá el total de los depósitos para garantizar estabilidad financiera.
Este enfoque previsivo busca proteger al país de las inestabilidades económicas globales y fomentar un ambiente de negocios confiable y estable, donde la visión a largo plazo prevalezca por encima de las ganancias inmediatas y efímeras. La idea es que los inversores se comprometan con una economía que apuesta por la sostenibilidad y la armonía, algo que contrasta con el capitalismo tradicional, caracterizado por un crecimiento sin límites y, muchas veces, a costa del medioambiente y del bienestar colectivo. La apuesta no está exenta de desafíos y críticas. Una de las preocupaciones principales es el impacto social y ambiental que puede generar el desarrollo de una ciudad tan extensa en una nación con solo 785,000 habitantes distribuidos en áreas mayormente rurales, con una economía delicada. La tierra destinada para la GMC alberga a unas 10,000 personas, mayoritariamente campesinos, cuyo ingreso y bienestar actualmente están entre los más bajos del país.
Se temen posibles desplazamientos y un incremento de la desigualdad, aunque las autoridades aseguran que no habrá desalojos forzosos y que la comunidad local será parte activa del proceso. Por otra parte, el hecho de que la GMC cuente con un fuerte respaldo real genera inquietudes sobre la posibilidad de limitar la crítica o el debate abierto en torno al proyecto, algo que en una joven democracia como Bhután podría poner en riesgo ciertas libertades fundamentales. Además, la ubicación estratégica de Bhután, situada entre China e India, involucra tensiones geopolíticas por la influencia que ambos gigantes quieren ejercer en el país. Mientras que tradicionalmente India ha sido el principal aliado económico y político, la apertura de la GMC invita a actores globales, sin excluir a China, lo que podría alterar el equilibrio regional. A nivel económico, Bhután tiene ventajas que pueden jugar a su favor para un desarrollo exitoso.
Posee abundantes recursos hidroeléctricos —con la capacidad para generar hasta 35 gigavatios, de los cuales la GMC planea aprovechar 15 gigavatios para 2040— que no solo brindan energía limpia al país y a sus vecinos, sino que también permiten la implementación de tecnologías avanzadas y de alta demanda energética, como centros de datos para inteligencia artificial. Además, el país mantiene un alto nivel educativo y una población que domina el inglés, factor clave para atraer talento internacional y mantener la competitividad en el mundo moderno. El país también ha demostrado gran interés y capacidad para integrar la tecnología con sus tradiciones. Por ejemplo, en acciones educativas, los jóvenes monjes de sus escuelas combinan la enseñanza espiritual con estudios de informática, lo cual refleja la intención de no aislarse sino de aprovechar las herramientas modernas para fortalecer su identidad y desarrollo. Pero el motor fundamental de este modelo es la filosofía de la felicidad nacional bruta (FNB o GNH por sus siglas en inglés), un concepto desarrollado desde los años setenta y que aún guía la política y la sociedad bhanesa.
La FNB tiene como prioridad el bienestar espiritual, ecológico, emocional y social más allá del crecimiento económico tradicional. La GMC quiere ser la evolución natural de esta idea, adaptándola a las exigencias del siglo XXI y a un modelo de urbanismo que prioriza la armonía con la naturaleza, la energía renovable, la biodiversidad y un ritmo de vida saludable. El turismo, a pesar de sus dificultades recientes, sigue siendo un sector clave, y se espera que la reducción del costo permitido para turistas ayude a atraer más visitantes. Sin embargo, la planificación de la GMC también apunta a diversificar la economía: el enfoque se extiende a sectores como la agricultura sostenible, la moda que fusiona tradición y modernidad, y startups integradas en una economía digital y globalizada. Esto puede ayudar a reducir la dependencia exterior y generar oportunidades para que los jóvenes permanezcan y prosperen dentro del país.
Pour Bhután, el equilibrio será delicado. Si logra combinar un capitalismo orientado al bienestar común sin sacrificar su esencia, podría ser un referente para muchos países que buscan caminos alternativos de desarrollo que no impliquen desequilibrios sociales y ecológicos. Pero si las presiones económicas, sociales o políticas distorsionan esta visión, el pequeño reino del Himalaya podría encontrar dificultades para mantener su promesa. En definitiva, el proyecto de la Gelephu Mindfulness City y la apuesta por un capitalismo consciente representan un experimento ambicioso para redefinir los paradigmas económicos tradicionales y replantear cómo las sociedades pueden crecer y prosperar respetando su cultura y su medioambiente. En el contexto global actual, marcado por crisis ecológicas y sociales, la experiencia de Bhután invita a reflexionar sobre la manera en que el desarrollo puede entenderse más allá del PIB y los beneficios inmediatos, enfocándose en el bienestar integral y sostenible de las personas y la naturaleza.
Si Bhután consigue impulsar su economía mediante un modelo que une innovación tecnológica, respeto por el entorno y espiritualidad, podrá conquistar no solo la prosperidad sino también la admiración mundial por demostrar que otra forma de capitalismo es posible.