El pasado 22 de junio, la ciudad de Compton fue el escenario de un evento muy esperado para los fanáticos de la música: el rodaje del video musical “Not Like Us” del aclamado rapero Kendrick Lamar. Sin embargo, la filmación, que atrajo a cientos de curiosos deseosos de ver a la estrella, dejó a algunos propietarios de negocios en la zona enfrentando graves pérdidas financieras, poniendo en evidencia la falta de comunicación a nivel municipal. Alma’s Place, un popular restaurante de comida soul ubicado frente al juzgado de Compton, fue uno de los negocios afectados. Corina Pleasant, quien administra el establecimiento junto a su madre Alma, se encontraba optimista al abrir las puertas esa mañana, ya que los sábados suelen ser días concurridos. Pero conforme pasaron las horas y los clientes no aparecieron, la desazón se apoderó de ella.
La razón era clara: el estacionamiento compartido con otros pequeños negocios estaba colmado de coches de aquellos que acudían en masa a ver a Lamar. “Fue realmente desalentador tener las luces y el gas encendidos, y no ver a nadie entrar”, expresó Pleasant. La afluencia de personas hacia el juzgado bloqueó el acceso al restaurante, impidiendo que clientes habituales, que solían viajar desde lugares tan lejanos como Riverside y Orange County, pudieran disfrutar de sus platillos. Al final del día, Pleasant calculó que había perdido entre $1,800 y $2,200 debido a la falta de actividad en su negocio. No solo Pleasant se vio afectada.
Otros dueños de restaurantes y tiendas en la zona compartieron experiencias similares, testificando ante el Concejo Municipal y en entrevistas con medios como Los Angeles Times. Adelfo Antonio Garcia, co-propietario de Sunny Express Gourmet Fast Food, también denuncia haber perdido cerca de $2,000 ese día. “La gente que realmente sufre son los pequeños negocios”, manifestó Garcia, lamentando la falta de comunicación por parte de la ciudad. La ausencia de aviso previo sobre el rodaje del video dejó a muchos de estos propietarios en una situación crítica. Según explicó Pleasant, si hubieran sido informados con anticipación, habrían podido tomar medidas para mitigar su pérdida, como cerrar temporalmente o preparar un menú especial en un puesto al aire libre, aprovechando la atención que la llegada de Lamar generaría.
La frustración de los dueños de negocios se exacerba aún más al considerar los altos costos operativos que enfrentan diariamente. “Un día importa”, dijo Pleasant. “Cuando estás allí, perdiendo tu tiempo y tu dinero, eso cuenta. Las cuentas de servicios públicos son altas, y el costo de mantener a mi personal en la nómina es significativo”. Alma, la madre de Corina, expresó su impotencia ante la situación: “Nosotros somos un negocio familiar.
Trabajamos duro y cada centavo cuenta. No es justo que otros vengan y nos dejen sin clientes por una decisión de la ciudad”. En respuesta a la controversia, un portavoz de la ciudad de Compton aseguró que ellos están buscando mejorar la comunicación sobre permisos de filmación en el futuro. Sin embargo, estas palabras fueron vistas como insuficientes por los afectados. Muchos de ellos asistieron a una reunión del Concejo Municipal para plantear sus preocupaciones y solicitar una compensación por las pérdidas sufridas.
La situación también ha suscitado un debate más amplio sobre el impacto de estas filmaciones en las comunidades locales. Kathryn Arnold, una productora y consultora de entretenimiento, explicó que aunque no existe una obligación legal para que las productoras compensen a los negocios afectados, la buena voluntad puede fomentar mejores relaciones. “Todos se benefician cuando hay una comunicación clara”, afirmó Arnold. En el caso de Kendrick Lamar, quien ha sido un orgullo para la comunidad de Compton, la reacción ha sido mixta. Si bien su música y éxito han puesto de nuevo a Compton en el mapa cultural, el desenlace de este evento particular ha dejado una sombra sobre su legado en la ciudad.
La ausencia de representantes de Lamar o de su compañía pgLang para abordar estas preocupaciones fue notable; no brindaron comentarios tras varias solicitudes de los medios. Esta situación pone de relieve un dilema en el que los beneficios culturales y económicos de tener a una estrella como Lamar en la comunidad se confrontan con las dificultades que enfrentan las pequeñas empresas, las cuales son cruciales para la economía local. Evidentemente, la falta de planificación y comunicación puede generar un caos que perjudica a quienes han estado trabajando arduamente para mantener sus negocios a flote en un contexto ya desafiante. La comunidad de Compton sigue recordando el impacto de este día. La filmación, aunque generó un aluvión de emoción y expectación, ha dejado un rastro de descontento y pérdidas.
Algunos propietarios de negocios se han encontrado en la necesidad de reevaluar su estrategia y cómo enfrentar situaciones similares en el futuro, mientras la ciudad promete mejorar su gestión de permisos para la filmación. En conclusión, mientras Kendrick Lamar sigue siendo un ícono cultural para Compton y su música resuena en todo el mundo, las realidades en el terreno para los pequeños empresarios son profundas y dolorosas. La historia de Alma’s Place y Sunny Express Gourmet Fast Food es un recordatorio de que, a pesar del brillo del éxito de una estrella del hip-hop, son las comunidades locales las que a menudo quedan en la sombra, luchando por sobrevivir en medio de decisiones que no siempre consideran su bienestar. La esperanza ahora radica en que se establezca un diálogo más abierto entre la ciudad, los artistas y los negocios locales, para asegurar que todos puedan prosperar y beneficiarse de la rica cultura que Compton representa.