En los últimos años, la relación comercial entre China e Irán ha sido una pieza fundamental dentro del mercado energético mundial. Sin embargo, la situación se ha vuelto compleja debido a las recientes sanciones implementadas por Estados Unidos contra ciertas refinerías chinas que han estado comprando petróleo iraní. Estas medidas han generado significativas disrupciones operativas y comerciales, evidenciando la tensión creciente en los sectores energéticos y políticos internacionales. El enfoque de las sanciones se ha centrado en las denominadas "refinerías de tetera" pequeñas, conocidas por su independencia dentro de la industria de refinación en China. Particularmente, las refinerías Shandong Shouguang Luqing Petrochemical y Shandong Shengxing Chemical han sido objeto de medidas restrictivas debido a sus compras de crudo iraní, lo que ha impactado directamente en su capacidad para operar de manera normal.
A raíz de estas sanciones, ambas empresas han experimentado dificultades para recibir crudo, además de verse obligadas a vender sus productos bajo nombres alternativos para evitar problemas legales o comerciales. Este escenario refleja una intensificación en la estrategia de Estados Unidos para cortar las vías financieras de exportación de petróleo iraní, en un intento directo por presionar a Irán a renegociar su programa nuclear. A pesar de que estas refinerías son relativamente pequeñas comparadas con las grandes operadoras estatales chinas, su papel en la absorción del crudo iraní es vital para el país persa, que distribuye aproximadamente el 90% de su petróleo a China. Las sanciones impuestas desde marzo y abril de 2025 ya han tenido efectos indirectos en el mercado. Según varias fuentes, otras refinerías independientes más grandes dentro de China están reconsiderando sus compras de petróleo iraní por miedo a ser impactadas por futuras sanciones.
La alerta y la incertidumbre generadas han provocado que aproximadamente cinco plantas en la provincia de Shandong hayan suspendido la compra de crudo iraní desde el mes anterior, lo que ha derivado en un aumento en los descuentos sobre el precio del petróleo iraní en comparación con el Brent, referencia clave para crude oil a nivel mundial. Además del impacto en la adquisición del crudo, las sanciones han influido en la logística portuaria. El principal operador portuario de Shandong, Shandong Port Group, ha negado el acceso a embarcaciones cargadas con crudo destinado a las refinerías sancionadas. Esta medida ha forzado a las compañías afectadas a descargar su petróleo en puertos alternativos, lo cual añade complejidad y costos adicionales a la cadena de suministro. Un caso reportado incluyó el rechazo del buque petrolero Bei Hai Ming Wang cuando intentó atracar en el puerto de Laizhou en abril de 2025.
Un problema adicional ha surgido en la financiación operativa, donde los principales bancos estatales chinos han dejado de otorgar capital de trabajo a una de las refinerías sancionadas, Shandong Shouguang Luqing Petrochemical. Esto ha obligado a la empresa a gestionar sus compras con bancos más pequeños y menos robustos financieramente, dificultando aún más sus operaciones. En contraste con la postura estadounidense, el gobierno chino ha reiterado su oposición a las sanciones unilaterales y ha defendido el derecho a comerciar legítimamente con Irán. No obstante, hay indicios de que el comercio de petróleo iraní hacia China ha adoptado tácticas de encubrimiento, evidenciado por datos aduaneros que no muestran importaciones directas desde Irán desde julio de 2022. En cambio, los volúmenes aparecen registrados bajo orígenes de países como Malasia, lo que sugiere un etiquetado alternativo para evitar sanciones internacionales.
Este cambio en la forma en que se reportan las importaciones revela la complejidad del comercio energético global bajo sanciones y pone de manifiesto cómo actores económicos buscan mantener sus operaciones pese a restricciones legales y políticas. Al mismo tiempo, refleja las dificultades que enfrenta Washington para cortar completamente las líneas de suministro y comercio de Irán con socios clave. La afectación a las refinerías independientes, que hasta hace poco operaban con relativa libertad en un mercado menos regulado, podría tener efectos duraderos. La presión financiera y logística podría reducir la competitividad y capacidad operativa de estas refinadoras, afectando la oferta interna de productos derivados del petróleo en China y la estabilidad del mercado petrolero regional. Además, la ampliación de los descuentos en el precio del crudo iraní en relación con el Brent podría modificar el comportamiento de compra dentro de la industria, beneficiando a algunos compradores con mayores márgenes pero afectando a productores y refinerías que dependen de precios estables y previsibles.
Esta volatilidad en los precios podría también afectar el mercado global, generando incertidumbre en libros de pedidos, suministros y contratos a futuro. La prohibición de las operaciones portuarias con embarcaciones sancionadas también pone de relieve la influencia y poder que tienen los operadores estatales en China, alineándose en ocasiones con la política exterior estadounidense a nivel operativo para manejar las repercusiones internas de las sanciones, pero manteniendo una postura oficial de protección al comercio bilateral con Irán. A nivel geopolítico, estas sanciones pueden ser vistas como parte de una estrategia más amplia de Estados Unidos para aislar a Irán económicamente y forzar un cambio en su política nuclear, aunque también reflejan una batalla de influencias y poder entre Estados Unidos y China por el control y la influencia en el mercado energético global. En resumen, las recientes sanciones norteamericanas aplicadas a las refinerías chinas por la compra de petróleo iraní están generando complicaciones logísticas, financieras y comerciales que se reflejan a nivel local y global. El impacto sobre las operaciones de estas plantas pequeñas pero estratégicas representa un desafío para la relación bilateral entre China e Irán, así como una muestra del poder de Estados Unidos para influir en el comercio energético mediante medidas coercitivas.
La evolución de esta situación será clave para entender cómo se desarrollarán los mercados petroleros en el contexto de las tensiones internacionales y podría sentar precedentes sobre la efectividad y consecuencias de las sanciones unilaterales en la dinámica económica global. Asimismo, destacará la capacidad de adaptación tanto de los actores comerciales como de las políticas gubernamentales en un panorama donde la geopolítica y la economía energética se entrelazan cada vez más. Finalmente, los futuros movimientos de Beijing y Washington en este ámbito serán determinantes para el equilibrio regional y global, y para la estabilidad del suministro energético al que muchas economías todavía dependen profundamente.