En un contexto económico global cada vez más interconectado, las decisiones en materia de política comercial tienen un impacto directo sobre los hogares y empresas de cualquier nación. Ken Griffin, multimillonario y fundador de Citadel, uno de los fondos de cobertura más grandes del mundo, ha expresado su preocupación acerca de las tarifas arancelarias impuestas por la administración del entonces presidente Donald Trump. Según Griffin, estas tarifas actúan como un impuesto regresivo que afecta de forma desproporcionada a la clase trabajadora estadounidense, complicando aún más la lucha diaria de las familias por llegar a fin de mes. Las tarifas son básicamente impuestos que los gobiernos imponen a los productos importados para proteger la producción nacional o, en ocasiones, como respuesta a prácticas comerciales que consideran desleales. Sin embargo, aunque su lógica puede parecer válida a primera vista, en la práctica pueden tener efectos negativos en la economía del país que las implementa, especialmente cuando son elevadas y generalizadas.
Ken Griffin sostiene que estas medidas terminan perjudicando al ciudadano común, no solo a las empresas o a los socios comerciales extranjeros. Durante su participación en el programa “Closing Bell Overtime” de CNBC, Griffin explicó que las tarifas inflan los costos de los productos importados, lo que luego repercute en los precios finales para el consumidor. En consecuencia, las tarifas se comportan como una especie de impuesto indirecto o impuesto al consumo que todos los consumidores deben pagar, pero que golpea con mayor dureza a los sectores de menores ingresos que destinan una parte importante de su presupuesto a bienes de consumo esenciales. Para el multimillonario inversor, las tarifas son “un impuesto dolorosamente regresivo”. Esto significa que, mientras quienes tienen recursos económicos más limitados sienten un impacto significativo en su capacidad para adquirir bienes básicos, los sectores acomodados pueden absorber esos costos adicionales sin afectar sustancialmente su calidad de vida.
El resultado es una presión económica desigual que amplía las brechas de desigualdad en la sociedad estadounidense. Este planteamiento cobra relevancia cuando se consideran las medidas arancelarias impuestas durante 2025, entre las cuales destacan las tarifas de hasta un 145 % sobre ciertos productos importados de China. La respuesta internacional no se hizo esperar y China aplicó a su vez impuestos de hasta un 125 % sobre productos estadounidenses como represalia. Esta escalada arancelaria generó una considerable volatilidad en los mercados financieros, reflejando las preocupaciones que generan estas tensiones comerciales. Griffin, quien a pesar de ser un fuerte donante del Partido Republicano y haber apoyado la candidatura de Trump, no dudó en criticar la política comercial de su administración.
En su opinión, estas políticas corren el riesgo de dañar la reputación internacional de Estados Unidos y, en particular, la confianza en el mercado de bonos gubernamentales, que es una piedra angular para la estabilidad financiera estadounidense. El CEO de Citadel también hizo una reflexión sobre las razones que llevaron a la elección de Donald Trump en 2016. Según sus palabras, muchos votantes optaron por Trump debido a la percepción de que las políticas económicas del gobierno anterior, bajo Joe Biden, habían fallado en contener la inflación y mejorar el poder adquisitivo de las familias. Este malestar económico real provocó un fuerte deseo de cambio entre la población, que depositó sus esperanzas en un enfoque económico distinto. No obstante, Griffin subraya que el enfoque exitoso para lograr estabilidad económica y crecimiento debe girar en torno al control de la inflación, aspecto que considera central para los resultados electorales futuros.
La economía estadounidense se enfrenta a escenarios de riesgo, incluyendo la posibilidad de una estanflación, la combinación de inflación sostenida con un crecimiento económico lento o nulo, que podría profundizar el impacto negativo de las tarifas sobre el empleo y el bienestar general. El futuro económico del país, según Griffin, dependerá en gran medida de cómo evolucionen las políticas de Trump en tres áreas críticas: comercio, recortes fiscales y desregulación. Esta estrategia tridimensional busca reactivar la economía mediante el impulso al crecimiento, pero plantea interrogantes sobre si estas tres piezas funcionarán en conjunto para lograr el objetivo deseado. Además de las observaciones económicas, la posición de Griffin abre un espacio para reflexionar sobre la justicia económica y social. La imposición de tarifas debe considerarse no solo desde el punto de vista macroeconómico, sino también desde una óptica que tome en cuenta quiénes son los más afectados a nivel cotidiano.
En este sentido, el análisis del impacto de las tarifas en la clase trabajadora representa una llamada de atención para los formuladores de políticas públicas. En definitiva, Ken Griffin ofrece una crítica fundamentada que invita a revisar las consecuencias reales de las medidas comerciales proteccionistas. La búsqueda del equilibrio entre proteger la producción nacional y mantener precios accesibles para los consumidores es un desafío complejo, donde las decisiones deben sopesar cuidadosamente los costos y beneficios económicos y sociales. Con una perspectiva global cada vez más interdependiente, los gobiernos deben considerar que las barreras comerciales, como las tarifas elevadas, pueden derivar en represalias, tensiones diplomáticas y volatilidad financiera, todos elementos que erosionan la estabilidad económica y social a largo plazo. En este escenario, la posición crítica de figuras influyentes como Griffin resulta especialmente relevante para enriquecer el debate público y orientar hacia políticas más justas y efectivas.
Asimismo, comprender la naturaleza regresiva de las tarifas permite a los ciudadanos, especialmente a los trabajadores y consumidores de ingresos medios y bajos, entender mejor cómo las decisiones políticas impactan su calidad de vida. La transparencia en la comunicación y la inclusión de diversos sectores en la toma de decisiones económicas se vuelven entonces esenciales para construir un marco económico que beneficie a la mayoría y fomente un desarrollo sostenible y equitativo. En conclusión, el llamado de Ken Griffin a reconocer los efectos regresivos de las tarifas subraya que las políticas comerciales no pueden ser abordadas únicamente desde la perspectiva de intereses económicos a corto plazo o de posicionamiento geopolítico. Es necesario diseñar estrategias que consideren el bienestar integral de la población, buscando políticas que impulsen el crecimiento sin sacrificar la justicia social y la equidad económica.