La creatividad ha sido siempre uno de los rasgos humanos más valorados y estudiados, un motor crucial para el avance cultural, científico y artístico. Durante décadas, la neurociencia ha intentado descifrar cómo el cerebro genera ideas originales, conecta conceptos y desarrolla nuevas formas de expresión. Ahora, un estudio innovador ha identificado un circuito cerebral común que sustenta la creatividad en diferentes dominios, desde la música y la escritura hasta el dibujo y la generación de ideas originales. Este descubrimiento abre nuevas perspectivas sobre cómo el cerebro gestiona los procesos creativos y cómo ciertas condiciones neurobiológicas pueden influir en ellos. La investigación, publicada en la revista científica JAMA Network Open, fue llevada a cabo por un equipo de científicos del Centro de Terapias de Circuitos Cerebrales y asociados a instituciones tan prestigiosas como la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital Brigham and Women’s.
En su estudio detallado, analizaron datos de 857 participantes a través de 36 estudios previos que usaron imágenes neuronales funcionales por resonancia magnética (fMRI, por sus siglas en inglés) para observar qué regiones del cerebro se activan durante tareas creativas. Lo sorprendente fue que aunque diversas tareas activaban diferentes áreas cerebrales, el análisis reveló que un 86% de esas zonas compartían conexiones en un circuito cerebral común, mostrando un patrón específico de actividad. Este circuito identificable se caracteriza por una actividad negativa en una región específica llamada el polo frontal derecho. Es decir, esta área del cerebro mostraba una disminución en su actividad mientras otras regiones relacionadas con la creatividad se activaban. Esto sugiere que el polo frontal derecho podría ejercer una función reguladora o inhibidora durante los procesos creativos, actuando como una especie de “guardia” que modera el flujo de ideas.
Cuando esta inhibición se reduce, la creatividad puede expresarse de manera más libre y espontánea. Este hallazgo resulta aún más sorprendente al observar pacientes con ciertas lesiones cerebrales o enfermedades neurodegenerativas. En algunos casos, trastornos que parecen dañinos, como la afasia progresiva primaria variante semántica o la demencia frontotemporal conductual, pueden estar relacionados con un aumento inesperado de la creatividad. Pacientes que presentan daños específicamente en el polo frontal derecho o en las áreas conectadas negativamente con él, a menudo muestran un incremento en habilidades artísticas o en la imaginación, evidenciando así una conexión directa entre la desregulación de esta región y la emergencia de conductas creativas. Este fenómeno, conocido en neurociencia como facilitación funcional paradójica, demuestra cómo ciertos deterioros cerebrales pueden, en efecto, liberar restricciones cognitivas, permitiendo el fluir más libre de ideas y expresiones no convencionales.
De este modo, la creatividad no solo depende de la activación de determinados circuitos sino también de la disminución de control y autoevaluación crítica que normalmente limita la novedad o la originalidad de un pensamiento. El aspecto más relevante de esta investigación es que la creatividad no se localiza en una región aislada del cerebro, sino que es el producto de la interacción coordinada de múltiples áreas y circuitos neuronales. Anteriormente, se pensaba que procesos creativos residían en áreas específicas, como ciertas regiones del lóbulo frontal o parietal, sin reconocer la importancia de la dinámica entre estas zonas y las regulaciones inhibitorias. Ahora, el nuevo modelo enfatiza la importancia del equilibrio entre regiones activas y regiones que suprimen o modulan esa actividad, particularmente el papel del polo frontal derecho como un modulador clave. Este enfoque también se valida con comparación a otros tipos de tareas cerebrales, como aquellas relacionadas con la memoria de trabajo o funciones cognoscitivas no creativas.
El circuito identificado para la creatividad se mostró sustancialmente diferente y más específico, lo que refuerza la idea de que la creatividad es una función cerebral compleja y especializada, que utiliza circuitos neuronales particulares más allá de la actividad cerebral general. Para los especialistas en neurología cognitiva y neuropsicología, estos hallazgos ofrecen una explicación fascinante sobre por qué algunas personas, tras un daño cerebral o la aparición de ciertas enfermedades neurodegenerativas, experimentan un cambio inesperado en sus capacidades creativas, incluso cuando otras funciones cognitivas empeoran. Por ejemplo, un paciente con lesiones en el área lateral del lóbulo frontal, que se conecta negativamente con el polo frontal derecho, puede experimentar una disminución de la creatividad, mientras que otro con una lesión en el mismo polo frontal puede manifestar un auge artístico notable. Este contraste notorio apunta a la delicada interacción entre facilitación y supresión dentro del cerebro. El potencial impacto de esta investigación no se limita solo a la teoría neurocientífica, sino que también tiene implicaciones prácticas en campos como la rehabilitación neurológica, la psiquiatría y el desarrollo de terapias para trastornos neurodegenerativos.
Por ejemplo, entender cómo modular la actividad del polo frontal derecho podría abrir puertas para tratamientos basados en estimulación cerebral que potencien la creatividad en pacientes cuya función cognitiva está afectada. Sin embargo, los investigadores advierten que la creatividad es un fenómeno multimodal y multifacético, donde influyen muchos sistemas cerebrales, incluyendo regiones relacionadas con la memoria, las emociones y el procesamiento sensorial. Por ello, aunque el circuito descubierto ofrece una pieza fundamental en el rompecabezas, no captura la totalidad del funcionamiento creativo ni todas sus variaciones individuales. Además, cabe destacar que la evidencia hasta ahora es mayoritariamente correlacional, salvo los datos provenientes de lesiones cerebrales que presuponen una relación causal más directa. Para validar plenamente la función del polo frontal derecho y otras regiones en la creatividad, hacen falta estudios experimentales con intervenciones, como la estimulación magnética transcraneal o estudios genéticos, que puedan manipular estas áreas y observar los efectos sobre la creatividad.
Estos avances también contribuyen al creciente reconocimiento de la neurodiversidad, que reconoce que ciertos cambios cerebrales considerados patológicos en algunos contextos pueden favorecer habilidades únicas en otros. Este enfoque más inclusivo invita a repensar la rigidez con la que se clasifican las enfermedades neurológicas y sus consecuencias sobre las capacidades humanas. En suma, el descubrimiento de un circuito cerebral común para la creatividad es un paso significativo en la comprensión de los mecanismos neuronales detrás de una de las cualidades humanas más fascinantes. Su relación con lesiones cerebrales y enfermedades neurodegenerativas no solo desafía paradigmas previos sino que abre una nueva frontera para explorar cómo el cerebro equilibra entre el control y la libertad para generar ideas originales. En el futuro, estas líneas de investigación podrían revolucionar la forma en que se abordan los trastornos neurológicos, transformar metodologías educativas para fomentar la creatividad y proporcionar estrategias para aprovechar la plasticidad cerebral en beneficio del desarrollo humano.
El cerebro humano, en último término, se confirma una vez más como un órgano complejo, dinámico y sorprendente, capaz de reinventarse y encontrar nuevas formas de expresión incluso en condiciones adversas.