En un clima político dividido en Washington, el presidente Joe Biden ha intensificado sus esfuerzos para reinstaurar y ampliar el crédito fiscal por hijos, una medida que busca aliviar la carga económica de las familias estadounidenses. En 2021, una expansión temporal del crédito permitió a muchas familias recibir pagos mensuales más altos, lo que tuvo un impacto positivo en la reducción de la pobreza infantil. Sin embargo, con la expiración de estas disposiciones al final de ese año, Biden ahora se enfrenta a la tarea de reunir apoyo para su propuesta de ampliar el crédito nuevamente en su presupuesto fiscal para 2024. El crédito fiscal por hijos actual otorga a las familias un máximo de 2,000 dólares por cada niño menor de 17 años a su cargo, pero esta cantidad se ha quedado corta para muchas familias estadounidenses que luchan con el costo creciente de la vida. Biden ha llamado a aumentar el crédito a 3,000 dólares por hijo (3,600 dólares para niños menores de seis años) y propone hacer que el crédito sea completamente reembolsable, lo que significa que incluso aquellos que no tienen obligación tributaria podrían recibir el monto entero como reembolso.
Esta medida está destinada a ayudar a las familias de bajos ingresos que a menudo representan la mayor parte de beneficiarios del crédito. El planteamiento de Biden también incluye la opción de pagos mensuales adelantados, que serían enviados por el IRS a las familias elegibles. De esta manera, se permitiría a las familias acceder a este apoyo financiero de manera más constante y flexible. Sin embargo, para que estas medidas se conviertan en realidad, Biden necesita la cooperación de un Congreso donde los republicanos, que han mostrado un interés creciente en el crédito fiscal por hijos, también están proponiendo sus propias versiones. Por ejemplo, el senador republicano Mitt Romney ha presentado un plan llamado “Family Security Act 2.
0”, que incrementaría el crédito a 3,000 dólares por niño, con 4,200 dólares para los menores de seis años. Al igual que Biden, Romney propone que los pagos se realicen de manera mensual, pero con una diferencia clave: el manejo de estos pagos sería a través de la Administración de Seguridad Social en lugar del IRS. Sin embargo, su plan también está condicionado a que los padres tengan ingresos laborales, lo que podría excluir a algunas familias que dependen de otros medios de apoyo. Esta diferencia fundamental entre las propuestas de Biden y Romney refleja una preocupación compartida entre los líderes de ambos partidos: el bienestar de las familias estadounidenses. A medida que el costo de la vida sigue aumentando, especialmente en áreas como la vivienda y la atención médica, el apoyo financiero que pueden ofrecer estas medidas se vuelve cada vez más crítico.
Sin embargo, a pesar de este objetivo común, las diferencias ideológicas y las perspectivas sobre cómo financiar dichas expansiones provocan tensiones en el proceso legislativo. El senador Marco Rubio también ha presentado su propia idea a través de la “Providing for Life Act”, que buscaría elevar el crédito a 3,500 dólares para niños de seis a 17 años, ofreciendo 4,500 dólares para los menores de seis. Aunque esta propuesta se alinea con el interés de Biden en ampliar el crédito, Rubio ha optado por no incluir pagos mensuales anticipados, lo que podría limitar el acceso inmediato a estos beneficios para las familias que más los necesitan. Lo que está claro es que, independientemente de las diferencias entre las propuestas, hay un deseo creciente entre algunos republicanos de explorar reformas al crédito fiscal por hijos. Este cambio podría considerarse un indicio de que, a pesar de las divisiones partidistas, hay un interés común en abordar los problemas económicos que enfrentan muchas familias en la nación.
Sin embargo, hay obstáculos significativos en el camino. La política de Washington se caracteriza por su estancamiento y, si bien hay un esbozo de acuerdo sobre la importancia de un mayor crédito fiscal por hijos, el entorno político actual hace que la cooperación sea un desafío. Con las elecciones intermedias en el horizonte, muchos legisladores pueden estar más preocupados por salvaguardar su posición política que por encontrar un terreno común en lo que respecta al apoyo económico para los ciudadanos. Es importante recordar que el argumento a favor del aumento del crédito fiscal por hijos no se limita únicamente a consideraciones fiscales. También se basa en el impacto social que estos fondos pueden tener en la vida de las familias.
Estudios muestran que el aumento del crédito ha llevado a una disminución en la inseguridad alimentaria y una mejora en la salud y el bienestar infantil. Las comunidades también se benefician a largo plazo, ya que los niños que crecen en hogares más estables y que reciben apoyo financiero son más propensos a tener éxito en la escuela y en la vida. La lucha por el crédito fiscal por hijos se presenta como una microcosmos de los debates más amplios sobre el rol del gobierno en la vida de sus ciudadanos. ¿Hasta qué punto debería el gobierno intervenir para ayudar a las familias? Estas preguntas filosóficas y políticas podrían ser fundamentales para el futuro de la política fiscal en el país. A medida que se avanza hacia el próximo ciclo electoral, será crucial observar cómo evolucionan estas propuestas y si los líderes de ambos partidos pueden encontrar un terreno común.
Si bien la muy necesaria ayuda financiera para las familias sigue siendo una prioridad, la capacidad de los legisladores para llegar a un acuerdo y aprobar reformas efectivas será el verdadero desafío. En resumen, la situación actual del crédito fiscal por hijos refleja tanto las necesidades de las familias modernas como las luchas internas de un país polarizado. Si Biden, Romney, Rubio y otros legisladores pueden trabajar juntos para construir un conjunto de políticas que apoyen a las familias, podríamos estar ante un cambio significativo en la forma en que el gobierno aborda la pobreza infantil y el bienestar familiar en los próximos años. Por ahora, el futuro del crédito fiscal por hijos sigue siendo incierto, pero la discusión ha comenzado, y eso es un paso en la dirección correcta.