En un escenario global caracterizado por la volatilidad económica, la incertidumbre geopolítica y la evolución constante de las políticas monetarias, el crecimiento económico vuelve a consolidarse como una estrategia defensiva clave para los inversores y empresas. Así lo señala Kaiser, estratega de Citi, quien advierte que las dinámicas del mercado han hecho que el enfoque en el crecimiento, antes relegado a posiciones más agresivas, recupere su importancia como una protección frente a la inestabilidad. Este fenómeno se inserta dentro de un contexto donde las preocupaciones inflacionarias empiezan a ceder, pero continúan latentes factores de riesgo que moldean las decisiones financieras y estratégicas a nivel global. El retorno del crecimiento como refugio seguro obedece a una combinación de factores macroeconómicos y políticos. En primer lugar, la desaceleración de las presiones inflacionarias facilita que los bancos centrales puedan mantener una postura más neutral o incluso acomodaticia, lo que impulsa las oportunidades de expansión para empresas con fundamentos sólidos en términos de ingresos y beneficios.
La Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos y el Banco Central Europeo (BCE), aunque muestran señales de divergencia en sus perspectivas, generan un entorno donde la selección cuidadosa de activos y sectores con potencial de crecimiento ofrece mayor seguridad ante las fluctuaciones del mercado. Este giro hacia el crecimiento como motor defensivo se observa también en el comportamiento de los inversores ante las tensiones comerciales y los conflictos geopolíticos, como el impacto de los aranceles entre Estados Unidos y China o la reciente escalada de conflictos en Medio Oriente. La incertidumbre en estas áreas fomenta una actitud más cautelosa, dirigiendo el capital hacia sectores y empresas que muestran resiliencia y capacidad de innovación, elementos fundamentales para sostener el crecimiento incluso en tiempos de crisis. La estrategia recomendada por Kaiser subraya la importancia de identificar compañías con un historial demostrado de crecimiento sostenible, que no dependan exclusivamente de condiciones externas favorables para prosperar. Tal enfoque incluye empresas tecnológicas que continúan liderando la innovación, firmas que se adaptan rápidamente al cambio en patrones de consumo y corporaciones que invierten en mejoras operativas y tecnologías disruptivas para mantener su competitividad.
Además, la defensa a través del crecimiento responde a un cambio en la narrativa del mercado. Durante años, activos considerados refugios tradicionales como bonos gubernamentales y sectores defensivos en energía o consumo básico dominaron la escena para mitigar riesgos. Sin embargo, la presión sobre los rendimientos de estos activos y la inflación persistente han limitado su atractivo. En contraste, la apuesta por el crecimiento representa una alternativa que, aunque conlleva riesgos inherentes, también ofrece potencial para rendimientos superiores y protección del capital ante la erosión causada por la inflación. Otro aspecto crucial en este enfoque reside en la gestión activa y diversificada de carteras.
La complejidad del entorno actual demanda una vigilancia constante de factores económicos, políticos y tecnológicos. Analistas y gestores locales e internacionales deben combinar análisis fundamental con herramientas cuantitativas para evaluar el momento adecuado para entrar o salir de posiciones, priorizando empresas que evidencien una capacidad dinámica de adaptación y crecimiento continuo. En este marco, el papel de la tecnología y la innovación se destaca como un catalizador de crecimiento defensivo. La digitalización acelerada, tendencias en inteligencia artificial y automatización conforman sectores con alta probabilidad de expansión en los próximos años. Las inversiones en estos ámbitos no solo ayudan a mitigar riesgos, sino que también posicionan a los inversionistas y empresas en la vanguardia del cambio, lo que es crucial para mantener la competitividad en mercados globalizados.
Por otro lado, las políticas fiscales y regulatorias seguirán siendo un factor determinante. Las diferentes aproximaciones a la regulación tecnológica, el manejo de la deuda pública y el diseño de estímulos económicos influirán directamente en el desempeño económico y la confianza de los mercados. Por eso, el conocimiento profundo de las políticas locales e internacionales y su impacto potencial es una ventaja estratégica imprescindible para quienes buscan capitalizar el crecimiento defensivamente. En el caso específico de América Latina, la dinámica económica asociada a materias primas, tipo de cambio y condiciones políticas añade capas adicionales de riesgo y oportunidad. Los inversores deberán estar atentos al desarrollo regional, identificando sectores con potencial de crecimiento y estabilidad que puedan actuar como salvaguarda ante volatilidades externas.
La gestión del riesgo, dentro de este esquema, adquiere relevancia máxima. La diversificación geográfica y sectorial, así como el uso de instrumentos financieros que permitan proteger el portafolio contra eventos adversos, forman parte integral del enfoque propuesto por Citi y su analista Kaiser. La disciplina en la inversión y el análisis constante de indicadores macro y microeconómicos contribuirán a mantener la solidez en un entorno cambiante. Finalmente, es importante destacar que la recuperación del crecimiento como enfoque defensivo no implica ignorar otros elementos esenciales como la sostenibilidad y las inversiones socialmente responsables. La integración de criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) gana terreno y se correlaciona cada vez más con la capacidad de crecimiento a largo plazo.
Empresas que adoptan prácticas responsables tienden a ser más resilientes y atractivas para inversores que buscan proteger y hacer crecer su capital en entornos inciertos. En conclusión, el crecimiento económico vuelve a ser considerado una estrategia defensiva vital en la construcción de carteras y planificación financiera para el 2025 y más allá. La visión experta de Kaiser, en Citi, destaca que apostar por crecimiento con fundamentos sólidos, innovación y visión a largo plazo ofrece una protección efectiva frente a las turbulencias del mercado. En un mundo donde las certezas son escasas, esta perspectiva brinda una hoja de ruta para navegar con prudencia y aprovechar las oportunidades en la nueva etapa del ciclo económico global.