En el mundo de la informática, ciertos proyectos han dejado una huella indeleble gracias a su innovación y visión futurista. Lilith y Modula-2 forman parte de estas joyas tecnológicas que, aunque desarrolladas hace más de cuatro décadas, siguen siendo referencia fundamental en el estudio de lenguajes de programación y arquitecturas de computadora. Ambos conceptos están inextricablemente ligados al Profesor Niklaus Wirth y al Institut für Informatik del Instituto Federal Suizo de Tecnología (ETH) en Zürich, donde en 1979 y 1980 respectivamente vieron la luz tanto un nuevo lenguaje de programación como una estación de trabajo de corte avanzado diseñada especialmente para programadores profesionales. Modula-2, el lenguaje diseñado por Wirth, emerge como un sucesor directo de Pascal, buscando adecuar la programación a las necesidades crecientes de la estructuración y modularidad del código. Este lenguaje, lanzado en 1979, introduce características revolucionarias para su tiempo, como la gestión de módulos, que permiten una organización mucho más eficiente y legible del software, facilitando la reutilización y el mantenimiento del código.
Modula-2 no solo se destacó por su diseño sintáctico claro y directo sino también porque estuvo pensado para funcionar perfectamente en entornos multitarea y para sistemas que requerían un alto nivel de confiabilidad y simplicidad en su desarrollo. Simultáneamente al desarrollo de Modula-2, el equipo dirigido por Wirth desarrolló la estación de trabajo Lilith in 1980. Se trata de un proyecto conjunto de hardware y software orientado a crear un ambiente de trabajo avanzado para programadores que rompiera con los estándares de computadoras personales de la época. Lilith fue construida sobre la base de un procesador Motorola 68000, que para aquel entonces representaba una arquitectura de 16/32 bits muy potente, y contaba con un sistema operativo llamado Medos, diseñado específicamente para sacarle el máximo partido a las capacidades del hardware. Este entorno de trabajo incluía un compilador para Modula-2, editores de texto y gráficos, así como diversas herramientas para apoyar el desarrollo de software, marcando un antes y un después en cuanto a estaciones de trabajo para desarrollo profesional.
La sinergia entre el lenguaje y la computadora permitía aprovechar características específicas, como la compilación de código a M-code, un código intermedio eficiente diseñado para la arquitectura Lilith, que facilitaba la portabilidad y optimización del software. El primer compilador de Modula-2 se completó en 1979 y fue diseñado para correr sobre la DEC PDP-11. Sin embargo, la segunda versión, que generaba directamente M-code para Lilith, se podía ejecutar en PCs que usaran MS-DOS mediante el sistema intérprete M2M-PC. Esto facilitó la diseminación del lenguaje y la cultura de desarrollo alrededor de Modula-2 fuera del ambiente exclusivo del ETH. Un avance considerable ocurrió con la aparición del compilador de Modula-2 de paso único (single-pass) lanzado en 1985, el cual supuso una mejora notable en la velocidad y tamaño del software, en comparación con el original que requería múltiples pasadas para compilar un programa.
Esta nueva versión era capaz de compilar cuatro veces más rápido y se evidenciaba en una reducción significativa tanto en los módulos como líneas de código. Este compilador, desarrollado por Wirth junto con Jürg Gutknecht, representó la madurez y optimización del lenguaje, apoyando proyectos más grandes y complejos, y solidificando la posición de Modula-2 como un lenguaje serio para programación estructurada y sistemática. El impacto de Lilith y Modula-2 no se limitó únicamente al ámbito académico o experimental, sino que trascendió a la industria y al mundo de los sistemas embebidos y de programación para microprocesadores Motorola 68000 y 68040, gracias al desarrollo del sistema MacMeth, un compilador nativo para estas arquitecturas para el sistema operativo de Apple Macintosh. Este hecho demuestra la flexibilidad y adaptabilidad del lenguaje, que podía optimizarse para distintos entornos y hardware modernos a mediados y finales de los años 80 y principios de los 90. Adicionalmente, la arquitectura de Lilith y el lenguaje Modula-2 inspiraron diversas tesis y trabajos de investigación en ETH Zürich, profundizando en temas tan avanzados como la generación de código y la estructura del compilador, lo que evidenció un ecosistema académico robusto y en expansión alrededor de estos desarrollos.
Las publicaciones y disertaciones también ayudaron a sentar las bases teóricas y prácticas para futuros avances en compiladores y lenguajes de programación. En la actualidad, aunque los sistemas como Lilith no se encuentran en uso masivo, su legado se mantiene vivo gracias a proyectos de emulación como EmuLith, liderado por Jos Dreesen, quien recuperó código perdido y permitió que las generaciones modernas puedan experimentar el entorno y la arquitectura de esta revolucionaria estación de trabajo en plataformas modernas. Esta labor de preservación histórica y académica es vital para comprender la evolución del software y hardware y su interacción desde un enfoque integral. El libro "Programming in Modula-2" de Niklaus Wirth, junto con "The School of Niklaus Wirth, The Art of Simplicity", brinda una profunda mirada al pensamiento y filosofía que sustentan Modula-2 y proyectos asociados como Lilith, destacando la importancia de la simplicidad, claridad y eficiencia en el diseño de lenguajes y sistemas, valores que siguen siendo referencia para desarrolladores y académicos. En conclusión, tanto Lilith como Modula-2 representan hitos renovadores en la historia de la informática.
La conjunción de un lenguaje pensado para estructurar el pensamiento de los programadores con una máquina diseñada para explotar sus posibilidades al máximo, son muestra del enfoque visionario y académico del ETH Zürich liderado por Niklaus Wirth. La influencia de estos proyectos sigue vigente en las prácticas modernas de programación, el diseño de compiladores, arquitecturas específicas y la filosofía de desarrollo de software que prioriza la eficiencia y claridad. Estos legados continúan inspirando a quienes buscan entender no solo cómo programar, sino cómo pensar el proceso de creación tecnológica desde sus bases más puras y elegantes.