La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurodegenerativo complejo que afecta a millones de personas en todo el mundo y cuyo diagnóstico suele ocurrir cuando los síntomas motores ya están presentes. Sin embargo, mucho antes de que estos síntomas sean evidentes, existen signos no motores conocidos como características prodromales que pueden manifestarse años antes y que son clave para entender los mecanismos iniciales de esta enfermedad. En los últimos años, la influencia de los hábitos alimenticios, especialmente el consumo de alimentos ultraprocesados (UPF), en la salud neurológica ha captado la atención de la comunidad científica debido a su posible papel en el desarrollo y progresión de diversas enfermedades crónicas, incluyendo el Parkinson. Los alimentos ultraprocesados son productos industriales con múltiples ingredientes y aditivos, diseñados para ser altamente palatables y duraderos, pero suelen contener altos niveles de azúcares, grasas saturadas, sal y otros compuestos poco saludables. Este tipo de dieta ha sido asociado previamente con trastornos metabólicos, enfermedades cardiovasculares, y alteraciones inflamatorias, pero su vínculo con enfermedades neurodegenerativas apenas comienza a descubrirse.
Un reciente estudio longitudinal realizado con participantes del Nurses' Health Study y del Health Professionals Follow-Up Study evaluó el impacto del consumo sostenido de alimentos ultraprocesados sobre la aparición de características prodromales del Parkinson. La investigación incluyó a más de cuarenta mil individuos sin diagnóstico previo de esta enfermedad y analizó los datos recopilados durante más de dos décadas a través de cuestionarios detallados que permitieron estimar la ingesta de estos productos y la presencia de síntomas sugestivos de Parkinson incipiente. Entre las características no motoras analizadas se encuentran el trastorno de comportamiento del sueño REM probable (pRBD), el estreñimiento, la hiposmia (disminución del sentido del olfato), alteraciones en la percepción del color, somnolencia diurna excesiva, dolor corporal y síntomas depresivos. Estos signos son particularmente importantes porque aparecen antes que los síntomas motores clásicos y pueden ofrecer una ventana de oportunidad para intervenciones tempranas. El análisis reveló una asociación clara y estadísticamente significativa entre una alta ingesta de alimentos ultraprocesados y una mayor probabilidad de presentar múltiples signos prodromales.
De hecho, las personas que consumían la mayor cantidad de estos alimentos tenían más del doble de probabilidades de presentar tres o más síntomas en comparación con aquellas que tenía una dieta más equilibrada y natural. Este efecto se mantuvo incluso después de ajustar por diversos factores demográficos y de estilo de vida, lo que fortalece la validez de la asociación. Además, algunos de los síntomas individuales como el trastorno de sueño REM probable, el estreñimiento, el dolor corporal y los síntomas depresivos mostraron también una correlación positiva con el consumo elevado de alimentos ultraprocesados, subrayando la complejidad y la posible influencia directa que la dieta puede tener en la neurodegeneración y en la calidad de vida de los individuos. Estos hallazgos refuerzan la hipótesis de que la inflamación crónica, la disfunción metabólica y el estrés oxidativo inducidos por una dieta rica en componentes ultraprocesados pueden contribuir a la degeneración progresiva de las neuronas dopaminérgicas, responsables del control del movimiento y otras funciones cerebrales afectadas en el Parkinson. La estratificación por niveles de consumo y la comparación entre ingesta basal y promedio acumulada permitieron observar que la exposición sostenida es aún más perjudicial, indicando la importancia de mantener una alimentación saludable en el largo plazo para prevenir o mitigar el riesgo.
Es importante destacar que si bien esta asociación es relevante, no implica causalidad directa y se requieren más estudios para entender los mecanismos biológicos involucrados y para establecer recomendaciones dietéticas específicas con evidencia sólida. Sin embargo, ya se disponen de suficientes datos para recomendar la reducción del consumo de alimentos ultraprocesados como una medida preventiva accesible y eficaz para mejorar la salud neurológica y general. El Parkinson es una enfermedad que actualmente carece de cura y que tiene un impacto considerable en la calidad de vida de los pacientes y sus familias. Por ello, la identificación de factores modificables que puedan retrasar o prevenir la aparición de signos tempranos es de suma importancia para la salud pública y para los sistemas sanitarios. En el contexto de una tendencia global cada vez más marcada hacia la industrialización alimentaria y la presencia omnipresente de productos ultraprocesados en la dieta diaria, la concienciación sobre sus posibles riesgos debe convertirse en una prioridad.