En los últimos años, el sector financiero ha sido testigo de una revolución sin precedentes gracias al auge de la tecnología blockchain y las criptomonedas. Sin embargo, la verdadera transformación quizás se encuentre en la tokenización de activos del mundo real (Real-World Assets o RWAs), un proceso que convierte activos tradicionales, como bienes raíces, acciones o bonos, en tokens digitales que pueden ser negociados en plataformas descentralizadas. El Banco de Pagos Internacionales (BIS), un actor clave en la supervisión financiera global, ha puesto recientemente la mirada en esta innovación como el motor que impulsará una integración cada vez más estrecha entre el mundo cripto y las finanzas tradicionales (TradFi). Esta fusión presenta oportunidades y desafíos significativos que podrían remodelar el panorama financiero tal como lo conocemos. La tokenización de activos reales puede definirse como el proceso de convertir cualquier activo tangible o intangible en un token digital que represente su valor y, que además, puede ser comercializado en una blockchain.
Esta práctica no solo facilita la liquidez de activos tradicionalmente poco líquidos, sino que también democratiza el acceso a inversiones antes reservadas para grandes instituciones o capitalistas acreditados. Por ejemplo, alguien podría adquirir una fracción tokenizada de una propiedad inmobiliaria que, en condiciones normales, requeriría una considerable inversión de capital. Según el BIS, esta interconexión a través de RWAs está desdibujando las fronteras entre finanzas descentralizadas (DeFi) y los sistemas financieros tradicionales. Mientras que DeFi se ha caracterizado por operar de manera autosuficiente y autorreferencial, esta tendencia está cambiando hacia un ecosistema más integrado donde instituciones financieras tradicionales empiezan a participar activamente. Esto implica que los intercambios descentralizados (DEXs), las plataformas de préstamo y otros servicios DeFi podrían convertirse en infraestructura común empleada por bancos, aseguradoras y otras entidades financieras convencionales.
Este acercamiento puede transformar el panorama del mercado, permitiendo una mayor eficiencia, accesibilidad y diversidad en las ofertas financieras. Sin embargo, también conlleva riesgos sistémicos que no pueden ser ignorados. El BIS enfatiza que con una mayor participación institucional y un volumen creciente de activos tokenizados, la exposición cruzada entre DeFi y TradFi será más extensa y compleja. Esto puede generar vulnerabilidades en la estabilidad financiera global, donde un problema en un segmento pueda repercutir con efectos en cadena en el sistema tradicional y viceversa. Un ejemplo de esta interconexión se observó en la crisis bancaria de marzo de 2023 en Estados Unidos.
Aunque las causas exactas de esta tensión fueron difíciles de precisar, un factor clave fue la exposición indirecta de bancos tradicionales a depositantes con grandes posiciones en criptomercados. Esta situación tomó por sorpresa a supervisores y responsables políticos, subrayando la necesidad de una mejor comprensión y supervisión de estos vínculos emergentes. El BIS indica que para abordar estos riesgos se requiere mayor investigación y un enfoque regulatorio adaptado que supervise la interacción entre DeFi y TradFi. La regulación debe considerar elementos particulares como el uso de contratos inteligentes en finanzas tradicionales y el papel creciente que desempeñan los activos tokenizados para asegurar la transparencia, seguridad y resiliencia del sistema financiero. Otro aspecto crítico señalado por el BIS es el papel de las stablecoins dentro del ecosistema DeFi.
Estas criptomonedas vinculadas a activos estables, normalmente monedas fiduciarias, son fundamentales para la operatividad del mercado descentralizado. Sin embargo, la estabilidad de estas monedas digitales no está garantizada y su volatilidad o fallos podrían provocar efectos negativos tanto en DeFi como en TradFi, amplificando el riesgo de contagio financiero. La integración entre cripto y finanzas tradicionales tiene el potencial de mejorar la inclusión financiera global. Al facilitar el acceso a productos financieros a través de la tokenización, puede permitir a individuos y empresas en regiones subatendidas acceder a capital y servicios financieros que anteriormente estaban fuera de su alcance. Además, la eficiencia intrínseca de la tecnología blockchain reduce costos y tiempos en transacciones, aumentando la competitividad del sector.
No obstante, la adopción masiva de RWAs también presenta retos tecnológicos y de gobernanza. La interoperabilidad entre diferentes blockchains, la ciberseguridad, la privacidad de datos y la gestión de riesgos son aspectos que deben abordarse para garantizar que esta nueva arquitectura financiera sea sólida y confiable. La estandarización de procesos y la colaboración entre actores públicos y privados serán vitales para alcanzar estos objetivos. En conclusión, la visión del Banco de Pagos Internacionales sobre el papel de los activos tokenizados destaca una nueva era en la que la convergencia entre cripto y finanzas tradicionales será cada vez más marcada. Esta tendencia no solo tiene implicaciones económicas, sino también regulatorias y sociales que demandan un enfoque coordinado a nivel global.
La evolución de DeFi hacia una infraestructura más mainstream sugiere que el futuro financiero será híbrido, aprovechando las ventajas de ambas esferas para crear mercados más inclusivos, transparentes y eficientes. Para mantenerse competitivas y relevantes, las instituciones financieras tradicionales deben adaptarse e incorporar estas innovaciones, mientras que los reguladores tienen la responsabilidad de crear marcos normativos que permitan la innovación sin sacrificar la estabilidad financiera. El equilibrio entre oportunidad y riesgo será clave en la próxima etapa de la evolución del sistema financiero mundial.