La evolución financiera impulsada por las tecnologías digitales ha colocado a las criptomonedas en el centro de un debate regulatorio global. En Estados Unidos, uno de los principales organismos reguladores, la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC), ha dado un paso significativo al reafirmar la autoridad de los bancos federales para ofrecer servicios relacionados con activos digitales sin necesidad de solicitar aprobación previa a los reguladores. Esta decisión representa un cambio importante en la postura regulatoria hacia la industria cripto y favorece la normalización de estos activos dentro del sistema financiero tradicional estadounidense. El 7 de mayo de 2025, la OCC emitió la carta interpretativa 1184 que clarifica y amplía la orientación relacionada con las actividades de criptoactivos por parte de bancos y asociaciones de ahorro con carta federal. Esta comunicación permite que dichas instituciones realicen servicios de custodia y ejecución de criptoactivos, incluso a través de proveedores externos, siempre y cuando se adhieran a prácticas sólidas de gestión de riesgos y cumplan con las leyes aplicables.
Resalta así la posibilidad de que los bancos compren y vendan activos digitales a nombre de sus clientes y subcontraten dichas funciones a terceros, manteniendo los estándares regulatorios propios de los servicios financieros convencionales. Este anuncio no surgió de forma aislada, sino que se fundamenta en una evolución normativa iniciada el 7 de marzo del mismo año, cuando la OCC eliminó el requisito de solicitar una aprobación regulatoria previa para realizar ciertas actividades cripto. Hasta ese momento, bajo la administración anterior, los bancos necesitaban notificar a los examinadores y recibir una carta de no objeción antes de poder ofrecer servicios relacionados con criptomonedas. La nueva interpretación, por tanto, representa una simplificación significativa de los procesos regulatorios para la integración de cripto dentro de la banca tradicional. Rodney Hood, entonces contralor en funciones, destacó que esta política busca simplificar la supervisión manteniendo altos estándares de seguridad.
La decisión permite que bancos nacionales participen no solo en la custodia de criptoactivos o en actividades relacionadas con stablecoins, sino también actuar como validadores en redes de ledger distribuido. Con ello, la OCC rompe con la prudencia restrictiva y abre un camino para que la innovación financiera basada en blockchain sea acogida bajo el paraguas regulatorio existente, siempre y cuando se mantenga el cumplimiento y la gestión rigurosa de riesgos. Además de la ampliación para incluir servicios de ejecución y relaciones con subcustodios, la carta interpretativa 1184 subraya la importancia de que los bancos gestionen los riesgos inherentes, ya sea que estos servicios se presten directamente o a través de terceros. La atención a la diligencia debida, gestión de riesgos de terceros y protocolos de ciberseguridad sigue siendo vital para garantizar que estas operaciones no comprometan la estabilidad ni la seguridad de las instituciones financieras. Este posicionamiento renovado de la OCC tiene profundas implicaciones para el ecosistema cripto en Estados Unidos.
Al facilitar que bancos regulados puedan integrar servicios fiduciarios y operaciones relacionadas con activos digitales, se potencian oportunidades para que el público tenga acceso a estos activos a través de canales bancarios tradicionales y confiables. Esta medida podría fomentar una mayor confianza institucional en las criptomonedas, lo cual es fundamental para una adopción más masiva y para la integración de innovaciones como las finanzas descentralizadas (DeFi) dentro de esquemas regulados. No obstante, esta flexibilización regulatoria no equivale a una eliminación del control. La OCC mantiene que todas estas operaciones deben cumplir rigurosamente con la legislación bancaria federal y estar sujetas a auditorías y supervisión estrictas. La posición del regulador busca equilibrar la innovación con la protección del consumidor, la integridad del mercado y la estabilidad financiera.
Los bancos que deseen incursionar en servicios cripto deberán demostrar capacidades robustas en materia de gestión de riesgos operacionales, tecnológicos y de cumplimiento normativo. Además, esta iniciativa de la OCC se enmarca en un contexto más amplio donde otros reguladores financieros de Estados Unidos están explorando la regulación de criptoactivos, como la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) y la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos (CFTC). La postura clara de la OCC aporta claridad para bancos y actores financieros tradicionales, evitando la incertidumbre que hasta ahora ha frenado la integración activa de cripto en la banca. Para los bancos, este cambio normativo implica nuevas responsabilidades pero también nuevas oportunidades. Podrán ofrecer servicios de custodia y ejecución que históricamente han sido dominados por empresas especializadas en tecnologia blockchain y activos digitales independientes.
La inclusión de bancos en este mercado puede contribuir a la profesionalización y robustecimiento del ecosistema, además de proporcionar a los clientes mayor seguridad y respaldo institucional. Por otro lado, la posibilidad de asociarse con terceros expertos, como custodios especializados, permite a los bancos aprovechar capacidades tecnológicas y conocimientos especializados sin necesidad de desarrollar internamente todos los servicios relacionados con activos digitales. Sin embargo, la gestión del riesgo asociado a estas relaciones comerciales se convierte en una prioridad. La normalización de servicios cripto dentro de la banca regulada también puede acelerar el desarrollo de productos financieros innovadores que integren activos digitales, como préstamos colaterizados con cripto, soluciones de pagos con monedas digitales, o productos de inversión. Si bien el mercado de criptoactivos continúa siendo volátil y sujeto a riesgos elevados, este respaldo institucional aporta una mayor legitimidad y estructura que sustentan el crecimiento sostenido del sector.
En resumen, la reafirmación por parte de la OCC de la autoridad de los bancos para ofrecer servicios relacionados con criptomonedas sin requerir aprobación previa representa un hito en la convergencia entre la banca tradicional y las finanzas digitales. Esta medida favorece un marco de regulación más claro y dinámico que promueve la innovación bajo control, beneficiando a instituciones financieras, inversores y usuarios finales. A medida que la industria cripto madura, la estrecha colaboración entre reguladores y actores participantes será clave para construir un ecosistema seguro, transparente y eficiente. Este desarrollo es un reflejo de la creciente aceptación institucional de los activos digitales y su integración inevitable en los modelos financieros modernos. Para los bancos, supone un llamado a adaptarse, fortalecer sus capacidades tecnológicas y reforzar su cultura de cumplimiento para aprovechar las ventajas competitivas del universo cripto sin comprometer la seguridad ni confianza que caracteriza su función en la economía.
El mundo financiero avanza hacia un futuro híbrido donde lo tradicional y lo digital se complementan. La posición de la OCC es un paso decisivo que señala este camino, y amplifica la narrativa de que las criptomonedas y la tecnología blockchain pueden coexistir con las estructuras regulatorias vigentes, aportando valor y eficiencia al sistema bancario y sus clientes.