En las últimas semanas, la Armada de los Estados Unidos ha enfrentado una serie de contratiempos significativos en una de sus principales plataformas de proyección de poder: el portaaviones U.S.S. Harry S. Truman.
En un período alarmantemente corto, dos jets de combate F/A-18 Super Hornet se han perdido en el Mar Rojo mientras operaban desde este buque. Estos incidentes han puesto en evidencia no sólo los riesgos inherentes a la aviación naval, sino también la creciente tensión y complejidad del escenario geopolítico en esta estratégica vía marítima. El más reciente accidente ocurrió cuando un F/A-18F Super Hornet intentaba aterrizar en la cubierta del U.S.S.
Truman. Durante el procedimiento, el sistema de arresto, fundamental para detener de manera segura el avión en el limitado espacio del portaaviones, falló. Esta avería provocó que la aeronave se desplazara más allá de la cubierta hasta caer por la borda al Mar Rojo. Afortunadamente, tanto el piloto como el oficial de sistemas de armas lograron eyectarse y fueron rescatados con lesiones leves. Este incidente ha generado una exhaustiva investigación por parte de las autoridades militares para determinar las causas exactas de la falla.
Este accidente se suma a otro ocurrido aproximadamente una semana antes, cuando otro Super Hornet y un tractor de remolque cayeron al mar desde el mismo portaaviones. Ese incidente sucedió durante una maniobra para reposicionar el buque ante la amenaza creciente de misiles y drones lanzados por el grupo Houthi en Yemen. La pérdida de dos aviones de combate en un intervalo tan corto es poco común y ha provocado serias preguntas sobre las condiciones operativas y la presión bajo la cual se encuentran las tripulaciones y el equipo. El Mar Rojo se ha convertido en una zona de alta tensión debido al conflicto con el grupo militante Houthi, que ha lanzado múltiples ataques contra embarcaciones comerciales y militares mediante misiles balísticos, misiles de crucero y drones. Esta hostilidad forma parte de una estrategia para mostrar solidaridad con Gaza y Hamas, profundizando el conflicto regional y afectando la seguridad marítima de una ruta vital para el comercio mundial.
La presencia del U.S.S. Truman en esta región obedece en gran medida a la necesidad de proteger estos intereses y garantizar la libre navegación. En respuesta a estos ataques, Estados Unidos ha lanzado una campaña aérea ofensiva denominada Operación Rough Rider, iniciada en marzo de 2025 por orden del expresidente Donald Trump.
Esta campaña ha ejecutado más de mil ataques aéreos en Yemen, utilizando armamento sofisticado, incluyendo misiles de crucero Tomahawk, con un costo que supera los mil millones de dólares. La finalidad principal es neutralizar las capacidades ofensivas de los Houthis y disuadir futuros ataques en el Mar Rojo. Recientemente, Estados Unidos y los Houthis llegaron a un acuerdo para cesar los ataques contra las embarcaciones americanas en el Mar Rojo, lo que representa un paso importante hacia la reducción de la escalada bélica en la zona. Este pacto, aunque frágil, ha sido recibido con cautela por la comunidad internacional y las fuerzas militares en la región, que mantienen la vigilancia ante posibles incumplimientos. Los continuos accidentes en el U.
S.S. Harry S. Truman durante este despliegue no sólo incluyen la pérdida de aeronaves. En febrero de 2025, el portaaviones colisionó con un buque mercante cerca de Port Said, Egipto, causando daños en ambos barcos.
Además, en diciembre, un F/A-18F fue derribado accidentalmente por un crucero de misiles guiados estadounidense, el U.S.S. Gettysburg, aunque la tripulación fue rescatada con éxito. Estos incidentes reflejan las complejidades y peligros asociados con las operaciones navales intensas en áreas de conflicto y la constante necesidad de mejorar la coordinación y la seguridad.
La pérdida de jets de combate representa un impacto económico y operativo relevante para la Armada de EE.UU. Cada F/A-18F Super Hornet tiene un valor aproximado de 67 millones de dólares, sin contar el costo de su equipamiento y mantenimiento. La sustitución de estas unidades implica tiempo y recursos, además de la posible reducción temporal de las capacidades de combate y disuasión que posee el grupo de ataque del portaaviones. Estos eventos también ponen de relieve la exigencia y el estrés que enfrentan los pilotos y tripulación naval durante misiones de alta intensidad en ambientes hostiles, donde la tecnología debe funcionar perfectamente y las decisiones rápidas pueden marcar la diferencia entre una operación exitosa y una tragedia.
La formación continua, el mantenimiento riguroso y la innovación tecnológica en sistemas de seguridad son cruciales para minimizar riesgos. Por otro lado, el contexto regional complica aún más la situación operacional. El conflicto en Yemen, apoyado por aliados internacionales en diferentes frentes, convierte el Mar Rojo en una zona donde la amenaza asimétrica por parte de grupos armados no estatales es constante. El empleo de drones y misiles por grupos como los Houthis representa un desafío único para las fuerzas navales tradicionales, que deben adaptar sus estrategias y tácticas para neutralizar estas nuevas formas de amenaza. A nivel estratégico, el despliegue del U.
S.S. Truman y la respuesta estadounidense buscan enviar un mensaje claro sobre el compromiso en la seguridad de las rutas marítimas internacionales y la protección de sus activos en el Medio Oriente. Sin embargo, este compromiso también conlleva riesgos inherentes, como queda evidenciado en los incidentes recientes. La investigación en curso sobre la falla del sistema de arresto del reciente accidente será crucial para entender si se trató de un problema técnico aislado, un fallo en el mantenimiento o un error humano.
Los resultados posiblemente guiarán futuras mejoras en el diseño y operación de estos sistemas para evitar que accidente similares se repitan. Asimismo, las autoridades de la Armada han reafirmado que, a pesar de estas pérdidas, el grupo de ataque del U.S.S. Truman mantiene su capacidad operativa plena y continúa cumpliendo con sus misiones en la región.
Esto es un testimonio de la resiliencia y la adaptabilidad de los equipos navales en entornos desafiantes. El costo humano, aunque limitado en estos incidentes específicos ya que las lesiones fueron menores, también recordará constantemente a los responsables la peligrosidad del trabajo que realizan y la necesidad de estar preparados para cualquier eventualidad. En conclusión, la pérdida de dos jets de combate en menos de dos semanas desde el U.S.S.
Harry S. Truman resalta la compleja y riesgosa naturaleza de las operaciones militares en el Mar Rojo. Estas incidentes emergen en un contexto de alta tensión geopolítica y amenazas asimétricas que desafían a las fuerzas navales tradicionales. La combinación de factores técnicos, operacionales y estratégicos hace indispensable una respuesta integral para garantizar la seguridad, eficacia y sostenibilidad de las operaciones en esta crucial región del mundo.