En los últimos años, las redes sociales se han convertido en plataformas esenciales para la interacción y el entretenimiento de millones de jóvenes en todo el mundo. Sin embargo, el crecimiento acelerado de estas herramientas digitales también ha traído consigo consecuencias preocupantes, especialmente en lo que respecta a la salud mental y física de los adolescentes. Bélgica, un país que ha demostrado un compromiso firme con la protección de sus ciudadanos más jóvenes, ha decidido tomar medidas contundentes para salvaguardar a su población adolescente frente a ciertos peligros emergentes, especialmente relacionados con TikTok y la tendencia viral conocida como “SkinnyTok”. TikTok, una de las plataformas sociales de mayor crecimiento global, ha revolucionado la manera en que los jóvenes consumen contenido. Mediante videos breves y dinámicos, esta red social ofrece una amplísima variedad de temas, desde entretenimiento hasta información.
No obstante, uno de los aspectos más controvertidos ha sido la promoción inadvertida o incluso directa de contenido que puede ser perjudicial para la salud, como es el caso de “SkinnyTok”. “SkinnyTok” representa una tendencia dentro de TikTok que glorifica la extrema delgadez, impulsando dietas peligrosas y promoviendo ideales corporales poco realistas. Este fenómeno no solo pone en riesgo la salud física de los jóvenes, sino que también afecta profundamente su bienestar mental, fomentando trastornos alimentarios y una autoimagen distorsionada. La alarmante viralización de estos videos ha motivado a la ministra belga de digitalización, Vanessa Matz, a exigir una intervención urgente de la plataforma y de las autoridades europeas. Según declaraciones oficiales de Matz, “SkinnyTok no es simplemente una moda pasajera ni un hashtag sin importancia; gracias a los algoritmos, se convierte en una espiral que atrapa a los jóvenes en una visión dañina de sus cuerpos, lo cual puede derivar en comportamientos muy graves y peligrosos.
” La preocupación de la ministra radica en que, al permitir que estos contenidos circulen libremente, las plataformas están haciendo la vista gorda ante un riesgo real para la salud pública. En consecuencia, se demanda una mayor responsabilidad por parte de los gestores de las redes sociales, especialmente en la gestión y supervisión de sus algoritmos. En este sentido, la ministra Matz apela a la Ley Europea de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés), un marco que establece reglas armonizadas a nivel europeo para hacer que las grandes plataformas digitales asuman un compromiso más fuerte en la gestión de riesgos relacionados con la salud pública, la desinformación, el discurso de odio y la protección de derechos básicos. La DSA obliga a las plataformas a realizar análisis anuales sobre los riesgos sistémicos que sus servicios pueden acarrear, y a implementar medidas efectivas para mitigar esos peligros. Por ello, la propuesta belga es que tendencias como “SkinnyTok” sean consideradas riesgos sistémicos dentro del DSA.
Para materializar estas medidas, se propone la colaboración estrecha entre la Comisión Europea y los entes nacionales pertinentes, como el Instituto Belga para Servicios Postales y Telecomunicaciones (BIPT). Esta alianza buscará definir obligaciones más concretas para TikTok, obligándola a poner filtros eficaces que prevengan la masiva difusión de contenido perjudicial. Un aspecto crítico del debate radica en la actual postura de TikTok al respecto. Aunque la plataforma asegura implementar moderación sobre contenidos que promuevan hábitos alimentarios riesgosos, la realidad constatada por las autoridades y expertos es que no existe una regulación estricta ni mecanismos suficientemente efectivos para contener la propagación viral de estos videos nocivos. En muchos casos, solo se muestran páginas informativas sobre trastornos alimentarios, pero la circulación del contenido dañino continúa sin controles apropiados.
Si bien otras redes sociales también han enfrentado críticas similares, la particularidad de TikTok es la poderosa influencia de su algoritmo, diseñado para maximizar el tiempo de uso y el engagement mediante la recomendación constante de videos adaptados a los intereses del usuario. Esta fórmula, si bien exitosa desde un punto de vista comercial, puede fácilmente derivar en la promoción casi compulsiva de tendencias perjudiciales para los jóvenes más vulnerables. Es importante destacar que el problema no radica únicamente en la plataforma, sino en la complejidad de cómo las redes sociales moldean las percepciones y conductas de su audiencia juvenil. Desde una perspectiva sociocultural, la glorificación de una delgadez extrema tiene raíces profundas en los ideales estéticos globalizados, que tienden a imponer estándares inalcanzables y dañinos. La propagación de estos ideales a través de contenido viral en TikTok intensifica este fenómeno, incrementando la prevalencia de trastornos alimentarios y problemas psicológicos en adolescentes.
La iniciativa de Bélgica, por tanto, representa un paso significativo para reconocer que la protección de los jóvenes en el entorno digital no puede ser relegada a la autorregulación voluntaria de las compañías tecnológicas. Se requiere un marco legal robusto y una vigilancia activa para garantizar que las plataformas digitales actúen responsablemente y con mecanismos preventivos efectivos. Además de las acciones legales y de regulación, es vital promover una educación digital adecuada para los adolescentes, que les permita desarrollar un pensamiento crítico frente a los contenidos que consumen y evitar caer en trampas de tendencias peligrosas. Esto implica también la colaboración de familias, escuelas y profesionales de la salud para brindar soporte integral a los jóvenes, fomentando valores positivos sobre la diversidad corporal y la salud mental. Paralelamente, las autoridades europeas han mostrado interés en investigar otras problemáticas vinculadas a TikTok, como la supuesta interferencia en procesos electorales y la retirada de funciones consideradas “adictivas” que premian económicamente el tiempo de uso.
Todo ello indica una postura más vigilante y rigurosa hacia las plataformas digitales, buscando equilibrar innovación y seguridad para los usuarios en la era digital. En conclusión, la campaña impulsada por Bélgica contra el fenómeno “SkinnyTok” y la presión para que la Ley Europea de Servicios Digitales incluya esta problemática como un riesgo sistémico refleja la urgencia de adaptar las normativas a los nuevos desafíos tecnológicos. La protección de la salud y el bienestar de los adolescentes exige un compromiso compartido entre gobiernos, autoridades europeas y empresas tecnológicas. Solo a través de esfuerzos coordinados y medidas efectivas será posible frenar la exposición de los jóvenes a contenidos nocivos y construir un entorno digital más sano y seguro para las futuras generaciones.