HSBC, uno de los bancos más grandes y con mayor peso en Europa, se encuentra en el centro de un intenso escrutinio por parte de un grupo de 30 inversores que gestionan activos por un valor aproximado de 1,2 billones de libras esterlinas, cerca de 1,6 billones de dólares. Durante la reunión anual de la entidad bancaria, esta coalición de inversionistas, liderada por la ONG de inversiones responsables ShareAction, ha solicitado al banco que reafirme y fortalezca su compromiso con las metas de emisiones netas cero y la transición hacia una economía baja en carbono. Esta demanda llega en un momento clave en el que HSBC ha anunciado un aplazamiento significativo en sus objetivos climáticos que ha generado inquietudes entre la comunidad inversora y grupos medioambientales. En febrero de 2025, HSBC publicó su informe anual en el que reveló que había decidido retrasar su objetivo de alcanzar la neutralidad en carbono en sus operaciones, viajes de negocios y cadena de suministro, pasando de la meta inicial de 2030 a la nueva fecha objetivo de 2050. Esta decisión ha despertado preocupaciones debido a que representa un retroceso considerable en la ambición climática del banco, dada la urgencia con la que la comunidad internacional insta a las empresas e instituciones financieras a reducir sus emisiones y apoyar la transición energética a través de prácticas sostenibles y responsables.
El llamado de los inversores pone especial énfasis en la necesidad de que HSBC mantenga una comunicación transparente y colaborativa con sus accionistas y otras partes interesadas en torno a sus políticas climáticas y planes de acción para la sostenibilidad. Los firmantes de la carta pertenecen a diversas organizaciones de renombre, incluyendo Axiom Alternative Investments, la Junta de Pensiones de la Iglesia de Inglaterra, Ethos Foundation, el Fondo de Pensiones de Greater Manchester, Rathbones Investment Management y Trinity College de Cambridge, entre otros. Esta diversidad evidencia la amplitud y peso del reclamo, que no solo se percibe como una presión ética, sino también como una estrategia financiera que apunta a la gestión del riesgo climático y la alineación con las expectativas globales. Este movimiento tiene lugar en un contexto en el que HSBC ha experimentado cambios importantes en su estructura directiva relacionada con la sostenibilidad. En febrero, Julian Wentzel, quien ya desempeñaba el cargo de encargado interino, fue nombrado oficialmente director de sostenibilidad (Chief Sustainability Officer, CSO), tras la salida de su predecesora Celine Herweijer.
Cabe destacar que durante la reestructuración corporativa a finales de 2024, el puesto del CSO fue eliminado del comité ejecutivo, hecho que ha sido interpretado por algunos analistas y activistas como una señal preocupante sobre el nivel de prioridad que la institución otorga actualmente a la agenda climática. Pam Kaur, directora financiera de HSBC, ha reiterado en comunicaciones internas que “apoyar la transición a la neutralidad en carbono sigue siendo una prioridad para HSBC y para los clientes a quienes sirve.” Sin embargo, esta afirmación contrasta con las señales enviadas por el retraso en los objetivos y la reducción del protagonismo ejecutivo dedicado a la sostenibilidad, generando desconcierto entre los accionistas responsables e interesados en el desarrollo sostenido de la entidad a largo plazo. Jeanne Martin, directora del Programa Bancario de ShareAction, ha expresado su profunda preocupación ante estas decisiones, enfatizando que aunque HSBC mostró liderazgo climático en el pasado, las acciones recientes han creado incertidumbre sobre hasta qué punto el banco sigue comprometido con su rol en la prosperidad económica global en un contexto marcado cada vez más por los riesgos asociados al cambio climático. El mensaje de Martin es claro: la gestión de riesgos financieros derivados del calentamiento global debe ser una prioridad absoluta para cualquier gran banco.
La presión que ejercen estos grandes inversores se fundamenta en un principio cada vez más aceptado en los mercados financieros globales: la sostenibilidad y la responsabilidad climática no solo son cuestiones de ética social o ambiental, sino factores clave que pueden afectar significativamente la rentabilidad y el valor a largo plazo de las empresas. La inacción o retroceso en estas áreas puede exponer a las instituciones a riesgos reputacionales, regulatorios y de mercado, especialmente cuando los reguladores y consumidores incrementan sus exigencias en materia de transparencia ambiental y reducción de emisiones. Además, la contratación de HSBC del Silicon Valley Bank Reino Unido en marzo de 2023 y la creación de una nueva práctica bancaria enfocada en startups llamada “innovación bancaria” sugieren un intento de la entidad por modernizarse y ampliar sus servicios, aunque la coherencia entre estas iniciativas y sus compromisos climáticos sigue siendo cuestionada por los inversores preocupados. El equilibrio entre crecimiento financiero y sostenibilidad es una ecuación cada vez más compleja para las grandes instituciones financieras que deben armonizar su rentabilidad con la responsabilidad ambiental y social. El escenario global de gobernanza climática exige a los bancos un rol activo y transformador, tanto en la financiación de energías limpias como en la reducción de su exposición a sectores contaminantes.
A medida que se intensifican las políticas y regulaciones para acelerar la transición energética, la claridad y firmeza en las estrategias de sostenibilidad empresarial será un factor decisivo para mantener la confianza de inversores institucionales y fuentes de capital responsables que priorizan la resiliencia ambiental. En conclusión, la presión ejercida sobre HSBC por parte de un grupo inversor que gestiona activos cercanos a 1,6 billones de dólares en conjunto subraya la importancia de que las entidades financieras adopten un compromiso real y transparente hacia sus metas de reducción de emisiones y contribución a la acción climática global. La reciente decisión de retrasar el objetivo net-zero plantea un desafío relevante para HSBC, que deberá equilibrar sus intereses comerciales con las demandas éticas y estratégicas que impone la emergencia climática y las expectativas de sus accionistas más conscientes y comprometidos.
